Editorial, Página Siete:
The country is going through a delicate economic situation that is reflected in the precipitous drop in the international reserves of the Central Bank of Bolivia, in the disproportionate increase in the cost of importing fuel and in the search for dollars through an exchange rate differentiated for exporters, among other measures.
However, the underlying problem is the high deficit that exists in state finances, attributable to the excessive expenditure of public resources in a large bureaucratic apparatus, which includes loss-making public companies, in addition to the sale of subsidized fuel even for smuggling and for illegal vehicles. In his balance for the year 2022, the Minister of Economy, Marcelo Montenegro, highlighted the reduction of the fiscal deficit to 7.2%, compared to the 9.3% registered in 2021; However, it is still a very high rate in a country with a lack of resources and which, contradictorily, has the luxury of building white elephants and maintaining loss-making public companies.
Until February 8, the reserves had stood at 3,538 million dollars, of which only 372 million dollars were in cash, while the rest are gold reserves. These indices are historically low and contrast with 2014, when the country managed to accumulate 15 billion dollars in international reserves.
The country needs the dollars from the reserves to pay for imports; among them, those of fuel, which in Bolivia is sold subsidized and which represents, according to projections for 2023, more than one billion dollars.
The problem with this expense, which grows every year, is that subsidized fuels encourage smuggling because they are sold abroad at high prices and benefit everyone equally, including the approximately 400,000 undocumented vehicles that exist in Bolivia, which also they are smuggled in. It is clear that Customs has a daunting task to face to prevent this bleeding of the Bolivian treasury.
Faced with this situation and with the intention of attracting dollars, the Government has arranged a differentiated exchange rate for exporters, who will be able to sell their currencies at 6.95 bolivianos for each unit, which has generated an opposite effect in the streets, where the demand for dollars has increased and, consequently, the price of the US currency in the exchange houses has also risen to be even above that paid to exporters.
In this way, the era of the fixed exchange rate is coming to an end and the existence of a parallel currency market is being encouraged, something that we were free of for many years.
Another of the Government’s measures is to ask the Assembly to approve a law that allows the Central Bank to buy and sell gold; but, since he already had authorization to buy, then it is understood that what he is looking for is the guarantee to sell the metal from the reserves, although he surely also plans to replace them by buying gold from the free market.
This measure is added to others of lesser impact such as the capture of remittances from migrants, the repatriation of foreign currency from state companies and the programming of withdrawals from the Central Bank vault.
And finally, last week, the Government has also asked the Legislative Assembly to approve six credit contracts with international organizations for the amount of 771 million dollars. Given the susceptibilities that these resources are to cover the deficit and/or to improve reserves, the Government has responded that they are to finance productive projects. However, the highest amount, which is 500 million dollars, will be allocated to populations affected by the covid, just when the country has practically emerged from the pandemic. As can be seen, the resources are lacking and the Government has not yet decided to attack the underlying problem; it concentrates on palliatives and patches to be able to get out of the predicament it is in.
El país está atravesando por una delicada situación económica que se refleja en la caída estrepitosa de las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia, en el incremento desmesurado del costo para la importación de combustibles y en la búsqueda de dólares a través de un tipo de cambio diferenciado para exportadores, entre otras medidas.
Sin embargo, el problema de fondo es el alto déficit que existe en las finanzas estatales, atribuible al desmesurado gasto de recursos públicos en un gran aparato burocrático, que incluye a empresas públicas deficitarias, además de la venta de combustible subvencionado incluso para el contrabando y para los vehículos ilegales. En su balance del año 2022, el ministro de Economía, Marcelo Montenegro, resaltó la reducción del déficit fiscal a 7,2%, en comparación al 9,3% que se registró el año 2021; sin embargo, sigue siendo un índice muy alto en un país con carencia de recursos y que, contradictoriamente, se da el lujo de construir elefantes blancos y de mantener empresas públicas deficitarias.
Hasta el 8 de febrero, las reservas se habían situado en 3.538 millones de dólares, de los cuales, únicamente 372 millones de dólares estaban en efectivo, mientras que el resto son reservas en oro. Estos índices son históricamente bajos y contrastan con el 2014, cuando el país llegó a acumular 15 mil millones de dólares en reservas internacionales.
El país necesita los dólares de las reservas para solventar las importaciones; entre ellas, las de combustible, que en Bolivia se vende subvencionado y que representa, según las proyecciones para 2023, más de mil millones de dólares.
El problema de este gasto, que crece cada año, es que los combustibles subvencionados alientan el contrabando porque en el exterior se venden a precios elevados y benefician a todos por igual, incluso a los aproximadamente 400 mil vehículos indocumentados que existen en Bolivia, que también ingresan por contrabando. Está claro que la Aduana tiene una titánica tarea de encarar para evitar este desangramiento del tesoro boliviano.
Frente a esta situación y con la intención de captar dólares, el Gobierno ha dispuesto un tipo de cambio diferenciado para los exportadores, quienes podrán vender sus divisas a 6,95 bolivianos por cada unidad, lo que ha generado un efecto contrario en las calles, donde ha aumentado la demanda de dólares y, por consiguiente, el precio de la moneda estadounidense en las casas de cambio también ha subido hasta situarse incluso por encima del que se paga a los exportadores.
De esta forma, se está poniendo fin a la era del tipo de cambio fijo y se está alentando la existencia de un mercado paralelo de divisas, algo de lo que estuvimos libres por muchos años.
Otra de las medidas del Gobierno es pedir a la Asamblea la aprobación de una ley que permita al Banco Central comprar y vender oro; pero, como ya tenía autorización para comprar, entonces se entiende que lo que busca es el aval para vender el metal de las reservas, aunque seguramente también planea reponerlas comprando oro del mercado libre.
Esta medida se suma a otras de menor impacto como la captación de las remesas de los migrantes, la repatriación de divisas de las empresas estatales y programación de retiros de bóveda del Banco Central.
Y, finalmente, la semana pasada, el Gobierno también ha pedido a la Asamblea Legislativa la aprobación de seis contratos de crédito con organismos internacionales por el monto de 771 millones de dólares. Ante las susceptibilidades de que estos recursos sean para cubrir el déficit y/o para mejorar las reservas, el Gobierno ha respondido que son para financiar proyectos productivos. Sin embargo, el monto más alto, que es de 500 millones de dólares, estará destinado a poblaciones afectadas por el covid, justo cuando el país prácticamente ha salido de la pandemia. Como se puede observar, los recursos faltan y el Gobierno aún no decide atacar el problema de fondo; se concentra en paliativos y parches para poder salir del apuro en el que se encuentra.
https://www.paginasiete.bo/opinion/editorial/delicado-contexto-economico-en-bolivia-CK6509150
