The Concepción lagoon, an idyllic place in the Chiquitania of Santa Cruz, has ceased to exist. Had no funeral or death certificate. The Bolivian State let her die with indifference.
Ñembi Guasu is a “new” conservation area in the Chaco” (it is three years old) and it is the second in importance, but it only has the title, it is one step away from the devastation caused by the fire and the clearing that the insatiable agricultural frontier.
Both are or were part of the natural heritage of the country and, due to human actions and lack of public action, are bordering on disappearance.
It is not just another number in the ecocide figures; along with the crisis that each of these regions is facing on its own, there is a finding that must be heard and valued: clearing, fire, illegal settlements, the expansion of the agricultural frontier are slowly but steadily ending the our fragile environmental balance.
In the case of the Concepción lagoon, once a source of abundant water that is absolutely dry with no possibility of recovery, human settlements and the drainage of its waters for irrigation and livestock feed were pressing until it was exterminated. There were many warning signs that were sent to the departmental and local authorities, who did not have the strength to react until it was too late.
With this, the Bolivian State is violating at least three treaties and conventions of which it is a signatory. In addition to the Ramsar Convention, it violates international agreements, such as the Convention on Biological Diversity, the Paris Agreement and human rights conventions.
“The impacts on the conservation and rational use of the Concepción lagoon reflect public policies and the development of regulations that are detrimental to wetlands. There are many causes for its deterioration, but mainly it is that its conservation and rational use has not been a priority of the different levels of government”, mentions the investigation carried out by P7-Plus Investiga, the investigative journalism fund of Página Siete.
The journalist Gabriel Díaz Lacunza immersed himself in both regions to assess first-hand a situation that was being widely denounced. The experience was devastating, especially because of the degree of irreversibility.
In Ñembi Guasu, more than 341 species of animals, which share this set of 12 ecosystems, are at risk. It is also known that a significant portion of the trees in the area -the abayoy species, typical of the area- is disappearing after the fires of 2019 and 2021, along with a third of the vegetation that has been damaged by the fire and the uncontrolled settlements. humans. Likewise, it is known that members of perhaps the last Ayoreo indigenous people in voluntary isolation live and travel in the middle of these places, and that they are now in danger. “They are not being able to access water or ‘melear’ (extract honey) because the trees have been burned,” the report says.
What is devastating, in addition to the verification of the damage, is that despite the fact that with this lack of protection, the country violates international commitments for which it could receive a sanction. The national authorities, at different levels, do not have answers and much less present solutions to these facts.
These two areas are specific examples, but it is well known that the situation is not unrelated to others throughout the national territory. And it is that the factors that push these and other environmental crimes are no longer under control: it is the State itself that encourages human settlements; fire continues to be a work tool whose impact on deforestation is ignored; and the growth of the agricultural frontier mocks the risks involved.
To this is added that there is no control possible. Pagina Siete attempted a response from the authorities and the response was that the reasons for requesting information had to be substantiated, as if it were a state secret.
Thus we are slowly self-exterminating our lungs and our sources of life. Fate is dark.
La laguna Concepción, sitio idílico de la Chiquitania cruceña, ha dejado de existir. No tuvo exequias ni acta de defunción. El Estado boliviano la dejó morir con la indiferencia.
Ñembi Guasu es una “nueva” área de conservación en el Chaco” (tiene tres años) y es la segunda en importancia, pero sólo cuenta con el título, está a un paso de la devastación por el fuego y los desmontes que empuja la insaciable frontera agrícola.
Ambas forman o formaban parte del patrimonio natural del país y, por obra de acciones humanas y falta de acciones públicas, bordean la desaparición.
No es un número más en las cifras de ecocidios; junto a la crisis que cada una de estas regiones afronta por su lado, surge una constatación que tiene que ser escuchada y valorada: los desmontes, el fuego, los asentamientos ilegales, la expansión de la frontera agrícola están acabando de forma lenta pero constante con nuestro frágil equilibrio ambiental.
En el caso de la laguna Concepción, otrora una fuente de abundante agua que está absolutamente seca sin posibilidad alguna de recuperación, los asentamientos humanos y el drenaje de sus aguas para riegos y alimento de ganado fueron presionando hasta exterminarla. Fueron muchas las señales de alerta que se enviaron a las autoridades departamentales y locales, que no tuvieron la fuerza de la reacción hasta que fue demasiado tarde.
Con ello, el Estado boliviano está vulnerando al menos tres tratados y convenios de los que es signatario. Además de la Convención Ramsar, viola pactos internacionales, como el Convenio de Diversidad Biológica, el Acuerdo de París y convenios de derechos humanos.
“Los impactos en la conservación y uso racional de la laguna Concepción reflejan políticas públicas y desarrollo de normativa perjudicial para los humedales. Hay muchas causas para su deterioro, pero principalmente es que su conservación y uso racional no ha sido una prioridad de los diferentes niveles de gobierno”, menciona la investigación realizada por P7-Plus Investiga, el fondo de periodismo de investigación de Página Siete.
El periodista Gabriel Díaz Lacunza se sumergió en ambas regiones para evaluar en primera persona una situación que estaba siendo largamente denunciada. La experiencia fue desoladora, sobre todo por el grado de irreversibilidad.
En Ñembi Guasu más de 341 especies de animales, que comparten este conjunto de 12 ecosistemas, corren riesgos. También se sabe que una porción importante de los árboles del lugar -la especie abayoy, típica de la zona- está desapareciendo tras los incendios de 2019 y 2021, junto a un tercio de la vegetación que ha quedado dañada por el fuego y los descontrolados asentamientos humanos. Asimismo, se conoce que en medio de esos parajes habitan y transitan miembros del quizás último pueblo indígena ayoreo en aislamiento voluntario, que ahora se encuentran en peligro. “No están pudiendo acceder al agua ni a ‘melear’ (extraer miel) porque se han quemado los árboles”, refiere el reportaje.
Lo desolador, además de la constatación del daño, es que a pesar de que con esta desprotección, el país viola compromisos internacionales por los cuales podría recibir una sanción. Las autoridades nacionales, en distintos niveles, no tienen respuestas y mucho menos presentan soluciones ante estos hechos.
Estas dos áreas son ejemplos puntuales, pero bien se sabe que la situación no es ajena a otras en todo el territorio nacional. Y es que los factores que empujan éstos y otros crímenes ambientales ya han dejado de estar bajo control: es el Estado mismo el que alienta los asentamientos humanos; el fuego sigue siendo una herramienta de trabajo cuyo impacto en la deforestación es ignorado; y el crecimiento de la frontera agrícola se burla de los riesgos que entraña.
A ello se añade que no hay fiscalización posible. Página Siete intentó una respuesta de las autoridades y la respuesta fue que había que sustentar las razones para solicitar información, como si se tratara de un secreto de Estado.
Así vamos lentamente autoexterminando nuestros pulmones y nuestras fuentes de vida. El destino es oscuro.
https://www.paginasiete.bo/opinion/editorial/muertes-ambientales-que-debieron-evitarse-CL3085848
Bolivian Thoughts over our wonders 