Polarizada – Bolivia – Polarized

Roberto Laserna, El Dia:

Polarization and political conflict

After having lived two very intense years in the country, with two national elections, violent conflicts, two changes of government and a transition heavily hit by the Covid-19 pandemic, we arrived at the end of 2020 with a collective sense of concern and fear. The country has suffered civil strife, many citizens have died, and political speeches emphasize division and seem to push for confrontation.

The diagnoses allude to one word: polarization, and warn of a risk: violence.

To study this important question, we launched a rapid and ambitious research project with 12 focus groups and two nationwide surveys.

The first results tell us that the country is not as polarized as we think, but it is more than we want.

Polarization implies that people’s positions and opinions have shifted to extremes, so that the center of the spectrum of ideas and perceptions is reduced and has less capacity to cushion possible clashes between radicals. As the center becomes thinner, the risks of violence increase.

A comparative review of the data corresponding to Bolivia in the international context shows that, in general, the number of people who live in the center is quite large in the country.

But there is a lot of concern among people who, in general, reject violence, aspire to make gradual changes and show deep fear of social divisions. The unease is very evident in relation to identity divisions, be they ethnic, political or regional. These divisions seem serious or very serious to a large part of the people.

At the same time, they seem convinced that they are inevitable and determining, since they do not refuse to define themselves from labels such as camba/colla, indigenous/non-indigenous, leftist/rightist, also acting in a certain agreement with what those labels demand.

It would be said then that the polarization that people perceive is feared because it is also lived, that is, it is part of their daily experience.

However, when we study in greater depth what is behind these labels, we find something very interesting: there is more consensus than discrepancies. That is, there are differences, but they are not as pronounced as one thinks.

For example. If you ask people to place themselves on the left-right scale, a large part is in the center, but the ends are bulky, showing a polarized image. But when he is asked to speak out on issues related to politics: the importance of individual freedom, social equality, private property and others, and he combines them to find where each person is located, a highly concentrated image is found. in the center with very few people located at the ends. That is, very low polarization and a lot of consensus.

In reality, the current polarization is closely related to elections. The greatest discrepancies are in the trust that is had in the Government, in the elections as a method to resolve conflicts, and in the role of the Armed Forces. And it is possible to affirm that it is natural that this is the case. In an election the participants have to mark differences with respect to the others and affirm them, to obtain the support of the voters. So every choice polarizes.

The worrying issue here is that this polarization does not occur in relation to political issues, but around the capture and use of power, so that it does not build projects or images of the future -as is expected of politics at its best. meaning–, but is limited to conceiving it as a space in which immediate interests compete and conflicts develop in which some gain what others lose. It is worrying precisely for that reason, because it configures destructive scenarios and an exclusive relationship between the opposites.

These initial findings suggest that the fundamental responsibility in these processes rests with political and social leaders. They are the ones who polarize in their desire to ensure the support of the people based on their identities and their fears, but without offering them proposals for the future that can be built in a way in which there is room for everyone.

Polarización y conflicto político

Después de haber vivido dos años muy intensos en el país, con dos elecciones nacionales, conflictos violentos, dos cambios de gobierno y una transición fuertemente golpeada por la pandemia de la Covid-19, llegamos al final de 2020 con una sensación colectiva de preocupación y temor. El país ha sufrido enfrentamientos civiles, han muerto muchos ciudadanos y los discursos políticos enfatizan la división y parecen empujar al enfrentamiento.

Los diagnósticos aluden a una palabra: polarización, y advierten de un riesgo: violencia.

Para estudiar esta importante cuestión pusimos en marcha un proyecto de investigación rápido y ambicioso con 12 grupos focales y dos encuestas de cobertura nacional.

Los primeros resultados nos dicen que el país no está tan polarizado como creemos, pero sí está más de lo que queremos.

La polarización implica que las posiciones y opiniones de la gente se han desplazado hacia los extremos, de manera que el centro del espectro de ideas y percepciones se reduce y tiene menos capacidad de amortiguar posibles enfrentamientos entre los radicales. Al adelgazarse el centro aumentan los riesgos de violencia.

Una revisión comparada de los datos que corresponden a Bolivia en el contexto internacional muestran que, en general, la cantidad de gente que se ubica en el centro es en el país bastante grande.

Pero sí hay mucha preocupación en la gente que, en general, rechaza la violencia, aspira a realizar cambios graduales y muestra profundo temor por las divisiones sociales. El desasosiego es muy evidente en relación a las divisiones identitarias, sean de carácter étnico, político o regional. Esas divisiones le parecen, a una gran parte de la gente, graves o muy graves.

Al mismo tiempo, parecen convencidos de que son inevitables y determinantes, ya que no rechazan definirse a partir de etiquetas como camba/colla, indígena/no indígena, izquierdista/derechista, actuando también en cierta concordancia con lo que esas etiquetas exigen.

Se diría entonces que la polarización que percibe la gente es temida porque también es vivida, es decir, forma parte de su experiencia cotidiana.

Sin embargo, cuando estudiamos con mayor profundidad qué es lo que está detrás de esas etiquetas, nos encontramos con algo muy interesante: hay más consensos que discrepancias. Es decir, hay diferencias, pero no son tan pronunciadas como uno cree.

Por ejemplo. Si se le pide a la gente ubicarse en la escala izquierda-derecha, una gran parte se ubica al centro, pero los extremos son abultados, mostrando una imagen polarizada. Pero cuando se le pide pronunciarse por temas que hacen a la política: importancia de la libertad individual, de la igualdad social, de la propiedad privada y otros, y se los combina para encontrar dónde se ubica cada persona, se encuentra una imagen muy concentrada en el centro con muy pocas personas ubicadas en los extremos. Es decir, muy baja polarización y mucho consenso.

En realidad, la actual polarización está muy relacionada a las elecciones. Las discrepancias mayores se dan en la confianza que se tiene en el Gobierno, en las elecciones como método para resolver conflictos, y en el rol de las Fuerzas Armadas. Y es posible afirmar que es natural que así sea. En unas elecciones los participantes tienen que marcar diferencias respecto de los otros y afirmarlas, para conseguir la adhesión de los votantes. De manera que toda elección polariza.

La cuestión preocupante acá es que esa polarización no se da en relación a temas de política, sino en torno a la captura y el uso del poder, de manera que no construye proyectos ni imágenes de futuro –como se espera de la política en su mejor sentido–, sino que se limita a concebirla como un espacio en el que pugnan intereses inmediatos y se desarrollan conflictos en los que unos ganan lo que otros pierden. Es preocupante justamente por eso, porque configura escenarios destructivos y de relación excluyente entre los opuestos.

Estas constataciones iniciales sugieren que la responsabilidad fundamental en estos procesos recae sobre los liderazgos políticos y sociales. Son ellos los que polarizan en su afán de asegurarse el apoyo de la gente a partir de sus identidades y de sus miedos, pero sin ofrecerles propuestas de futuro que puedan construirse de una manera en la que haya lugar para todos.

https://www.eldia.com.bo/index.php?c=OPINION&articulo=Polarizacion-y–conflicto-politico&cat=162&pla=3&id_articulo=322906

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