Editorial, El Dia:
Instead of applauding, encouraging, and asking exporters what they need to continue exporting, increase foreign sales, and providing support to seek new markets, the government of Luis Arce opts for intimidation policies and threatens producers who, according to him, are not bringing 100 percent of the dollars they earn from their transactions back to the country.
Until the dollar shortage began, the government didn’t care about capital flight. It never said anything about the hundreds of national and foreign companies that fled from the hostility of the “process of change,” which aimed to replace the private sector with a fully state-run economy. This approach has left the national economy in ruins and destroyed the gas industry, the main generator of foreign currency.
Instead of showing this ridiculous desperation for a few dollars, the government should be desperate about the massive drop in foreign investments and the drought of external capital. Investors don’t want to come to Bolivia because they fully understand the reality of the country. They don’t believe in Luis Arce’s fantasies and are convinced that under his management and with the economic model he staunchly supports, a historical catastrophe is looming.
Since his Minister of Government openly expresses a desire to imitate Bukele, perhaps the President should imitate his colleague Milei, who is swiftly turning around a disastrous situation, controlling the fiscal deficit, reducing inflation, and most importantly, bringing back hundreds of foreign companies that had fled from Peronism and are now willing to reinvest in the country.
Bolivian exporters have endured the most aggressive environment over these 18 years, with bans, restrictions, price controls, and all kinds of coercive measures from a government hostile to the private sector. The government has shown no signs of changing its abuse-ridden policies. They refuse to fully liberalize exports, resist eliminating quotas, continue to tolerate land invasions, and refuse to open up to biotechnology, leaving producers at a disadvantage compared to neighboring countries.
If Bolivian producers haven’t moved to Brazil, Paraguay, or Peru—where they are given all the conditions to work, increase exports, and create jobs—it’s because they are patriots. They have all their assets invested in the country and intend to continue contributing to generate wealth for the benefit of Bolivians.
The decisions made by entrepreneurs always aim to preserve jobs, production, increase collective wealth, ensure societal well-being, and maintain market health. This is the opposite of what the state does, which acts in the heat of politics, squanders public resources, appropriates others’ property to distribute it among unproductive and parasitic individuals. Luis Arce is desperate for money, but not to benefit the citizens; it’s to continue with his reckless plan that will persist until the country is left in ruins. When that happens, it will be the private sector, the producers, the exporters, and ordinary Bolivians who will bear the brunt and support the nation.
Editorial, El Dia:
En vez de aplaudirles, estimularlos y preguntarles qué les hace falta para seguir exportando, para aumentar las ventas al exterior y darles apoyo para buscar nuevos mercados, el gobierno de Luis Arce opta por la política del matonaje y amenaza a los productores, que según él, no están trayendo al país el 100 por ciento de los dólares que obtienen por sus transacciones.
Hasta que empezó la escasez de dólares, al gobierno no le importaba la fuga de capitales. Nunca dijo nada sobre las cientos de empresas nacionales y extranjeras que huyeron de la hostilidad del “proceso de cambio”, que pretendía sustituir al sector privado por una economía plenamente estatal, que justamente ha dejado en la ruina a la economía nacional y que destruyó la industria del gas, principal generadora de divisas.
En lugar de demostrar esta ridícula desesperación por unos cuantos dólares, debería desesperarse por la enorme caída de las inversiones extranjeras, por la sequía de capitales externos, que no quieren venir a Bolivia porque conocen a la perfección la realidad de este país, porque no creen en las fantasías de Luis Arce y están convencidos de que, en sus manos y con el modelo económico que sostiene a rajatablas, se viene una histórica hecatombe.
Ya que su ministro de gobierno quiere imitar a Bukele y lo dice abiertamente, que el presidente imite a su colega Milei, que en tiempo récord está dándole vuelta a una situación desastrosa, que está logrando controlar el déficit fiscal, bajando la inflación y lo que es más importante, está consiguiendo que cientos de empresas extranjeras que habían huido del peronismo, vuelvan e inviertan nuevamente en el país.
Los exportadores bolivianos han soportado el escenario más agresivo durante estos 18 años, con prohibiciones, restricciones, controles de precios y todo tipo de medidas coercitivas de un gobierno enemigo del sector privado, que todavía no ha dado muestras de haber cambiado su política plagada de abusos. No quieren liberar totalmente las exportaciones, se resisten a eliminar los cupos, siguen siendo tolerantes con los avasallamientos de tierras y se niegan a abrirse a la biotecnología, lo que deja a los productores en inferioridad de condiciones frente a los países vecinos.
Si en todos este tiempo los productores bolivianos nos se fueron a Brasil, a Paraguay o a Perú, donde les dan todas las condiciones para trabajar, aumentar las exportaciones y generar trabajo, es porque son patriotas, porque tienen todo su patrimonio invertido en el país y la intención es seguir aportando para generar riqueza en bien de los bolivianos.
Las decisiones que toman los empresarios siempre buscan preservar el trabajo, la producción, el aumento de la riqueza colectiva, el bienestar de la sociedad y la salud de los mercados. Todo lo contrario de lo que sucede con el estado, que actúa al calor de la política, que derrocha los recursos públicos, que se apropia de lo ajeno para distribuirlo entre gente improductiva y parasitaria. Luis Arce está desesperado por plata, pero no es para beneficiar a la ciudadanía, es para seguir con su descabellado plan que se mantendrá hasta dejar al país en ruinas. Cuando eso haya sucedido, serán los privados, los productores, los exportadores y los bolivianos de a pie, los que le pondrán el pecho a la nación.
https://eldia.com.bo/2024-05-15/editorial/economia-de-matonaje.html
