
Editorial, Los Tiempos:
The amount of embezzlement
Although the embezzlement of the Rural Indigenous Development Fund (Fondioc) was uncovered almost a decade ago, by a report by the journalist Claudia Soruco who was then working for Pagina Siete, the amount involved in this shameful management of public funds is not yet known. which was exposed, partially, thanks to the denunciations of the former director of that institution, the disappeared Marco Antonio Aramayo Caballero, who was subjected to judicial harassment and even torture, as revealed in a report by the Institute of Therapy and Research on the Aftermath of the Torture and State Violence known recently.
Although it is true that an intervening commission, in an attempt to minimize the figure in question, concluded that the Fondioc’s discretionary administration made 102 million Bolivians or approximately 15 million dollars disappear, for independent investigators such a sum is low. Private studies estimate that the embezzlement ranges between 180 and 600 million dollars in resources granted for “ghost projects”.
Without noticing that the Fondioc managed public resources, the expressions of the former Minister of Rural Development Nemesia Achacollo were consistent and repetitive, who thought that the “social movements” had the right to freely dispose of those public resources because they had fought in the streets and organized so many blockades that such “mobilizations” granted them such prerogative.
Inspired by the erroneous idea of ownership of public money noted above, a structure had been set up to execute the embezzlement that had at least six levels, as Diego Ayo, one of the investigators of these acts of corruption, notes: 1. The political level, made up of a board of directors in which the corporate groups that make up the Unity Pact were represented and that recently met with President Arce and Vice President Choquehuanca; 2. The technical level with managers appointed with quotas from the “social movements”; 3. The government level, with responsibility for the management of the Fondioc and that could —and should— order the freezing of its accounts; 4. The “business” level with “companies” created by the relatives of the directors when there were “bids” that were awarded to the “businesses” of the social leaders; 5. The level of “social support” for the project, managed by the leaders who in return received a bribe from the “beneficiary” community and if they did not accept this extortion, they looked for other communities that were determined to pay those bribes, and 6. The control and state intervention, with a State Comptroller General’s Office with poor oversight and, this is the most aberrant thing, an intervening office, in charge of Larisa Fuentes, who —according to Ayo—, instead of making what happened transparent, dedicated herself to extorting to the corrupt natives.
There is, then, much to clarify yet. Will the real culprits of embezzlement be put behind bars? Or was the prison only reserved for Aramayo, the denouncer of one of the most despicable acts of corruption of masismo?
El monto del desfalco
Aunque el desfalco al Fondo de Desarrollo Indígena Originario Campesino (Fondioc) fue destapado hace casi una década, por un reportaje de la periodista Claudia Soruco que entonces trabajaba en Página Siete, aún no se conoce el monto implicado en este vergonzoso manejo de fondos públicos, que quedó expuesto, parcialmente, gracias a las denuncias del exdirector de esa institución, el desaparecido Marco Antonio Aramayo Caballero, quien fuera sometido a un acoso judicial y hasta torturas, como ha revelado un informe del Instituto de Terapia e Investigación sobre las Secuelas de la Tortura y la Violencia de Estado conocido hace poco.
Si bien es cierto que una comisión interventora, en un intento de minimizar la cifra en cuestión, concluyó que la discrecional administración del Fondioc hizo desaparecer 102 millones de bolivianos o aproximadamente 15 millones de dólares, para investigadores independientes tal suma es baja. Los estudios particulares estiman que el desfalco oscila entre 180 y 600 millones de dólares en recursos concedidos para “proyectos fantasmas”.
Sin reparar en que el Fondioc gestionaba recursos públicos, eran coincidentes y repetitivas las expresiones de la exministra de Desarrollo Rural Nemesia Achacollo, quien pensaba que los “movimientos sociales” tenían derecho a disponer libremente de esos recursos públicos porque habían luchado en las calles y organizado tantos bloqueos que tales “movilizaciones” les otorgaban tal prerrogativa.
Bajo la inspiración de la errónea idea de propiedad del dinero público anotada, se había constituido una estructura para ejecutar el desfalco que al menos tenía seis niveles, como anota Diego Ayo, uno de los investigadores de estos hechos de corrupción: 1. El nivel político, conformado por un directorio en el cual tenían representación los grupos corporativos que conforman el Pacto de Unidad y que hace poco se reunieron con el presidente Arce y el vicepresidente Choquehuanca; 2. El nivel técnico con gestores nombrados con cuotas de los “movimientos sociales”; 3. El nivel gubernamental, con responsabilidad sobre el manejo del Fondioc y que podía —y debía— ordenar el congelamiento de sus cuentas; 4. El nivel “empresarial” con “compañías” creadas por los parientes de los directores cuando había “licitaciones” que se adjudicaban a las “empresas” de los dirigentes sociales; 5. El nivel de “respaldo social” al proyecto, gestionado por los dirigentes que a cambio recibían una coima de la comunidad “beneficiaria” y si no aceptaban esa extorsión buscaban a otras comunidades que estuvieran decididas a pagar esos sobornos, y 6. El control y la intervención estatal, con una Contraloría General del Estado de deficiente fiscalización y, esto es lo más aberrante, una oficina interventora, a cargo de Larisa Fuentes, quien —según Ayo—, en vez de transparentar lo ocurrido, se dedicó a extorsionar a los originarios corruptos.
Hay, entonces, mucho que esclarecer aún. Los verdaderos culpables del desfalco, ¿serán puestos tras las rejas? ¿O la cárcel sólo estaba reservada para Aramayo, el denunciante de uno de los más despreciables actos de corrupción del masismo?
https://www.lostiempos.com/actualidad/opinion/20220423/editorial/monto-del-desfalco