The expansion of coca cultivation in Bolivia’s protected areas has reached alarming levels, according to the latest report from the United Nations Office on Drugs and Crime (UNODC). The increase in these territories between 2022 and 2023 was 34%, raising the cultivated area to 583 hectares within the country’s forests.
At the national level, the total growth of coca crops may seem less drastic, with a 4% increase over the same period, reaching 31,000 hectares. However, what is truly revealing is the analysis of the regions where the most significant increases have occurred, regardless of the total cultivated area.
From this perspective, Amboró National Park in Santa Cruz has experienced an 83% increase, growing from 29 to 53 hectares. In northern La Paz, in Bautista Saavedra province, the increase has been 77%, significantly affecting Madidi National Park.
These variations suggest that drug trafficking routes are expanding into these areas. In northern La Paz, the municipality of Charazani is considered an entry route for cocaine coming from Peru. Apolo and Ixiamas are also part of a corridor connecting to the border of VRAEM, a critical Peruvian drug trafficking zone. A similar situation occurs around Amboró, where Ichilo province already harbors cocaine laboratories, maceration pits, and fuel trafficking networks.
Former Minister Carlos Romero described Ichilo province as the epicenter of drug trafficking in Bolivia, a position that contrasts with that of the current government. Vice Minister of Social Defense Jaime Mamani has claimed that Amboró and Choré parks, both in that province, are free of coca plantations. However, this assertion seems doubtful given the clear growth trend reflected in the UNODC report.
The reality is that drug trafficking is advancing into Bolivia’s protected areas. The increase in coca cultivation is concerning: in the Integrated Management Natural Area (IMNA) Apolobamba, it grew by 76%; in Carrasco National Park, by 38%; and in IMNA Cotapata and Madidi National Park, by 2%. Only the Isiboro-Sécure Indigenous Territory and National Park recorded a 10% reduction.
Jaume Segura, head of the European Union Delegation in Bolivia, has expressed concern over the report’s findings: “Above all, we are worried about the 34% increase in areas that should have special protection due to their ecological and cultural value… (This) highlights the significant challenges we still face together concerning climate change.”
The importance of this ecological and cultural wealth, now threatened by drug trafficking, should be a top priority not only for international organizations and European countries but also for national authorities. However, these tend to downplay the issue while emphasizing supposed achievements in crop control management. Interior Minister Eduardo Del Castillo has pointed out that Bolivia accounts for only 8% of global coca cultivation, far below Colombia (65%) and Peru (27%).
Nonetheless, the environmental damage already occurring cannot be ignored. Human presence in protected areas triggers ripple effects that go far beyond coca crops. Moreover, the increasing trend of these plantations should be reason enough to take urgent action before it is too late.
La expansión de los cultivos de coca en las áreas protegidas de Bolivia ha alcanzado niveles alarmantes según el último informe de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (Unodc). El incremento registrado en estos territorios entre 2022 y 2023 fue del 34%, elevando la superficie cultivada a 583 hectáreas dentro de nuestros bosques.
A nivel nacional, el crecimiento total de los cultivos de coca parecería menos drástico, con un aumento del 4% en el mismo periodo, alcanzando las 31.000 hectáreas. Sin embargo, lo verdaderamente revelador es analizar las zonas donde se han registrado los mayores aumentos, independientemente de la extensión total de cultivos.
Desde esta perspectiva, el Parque Nacional Amboró, en Santa Cruz, ha sufrido un incremento del 83%, pasando de 29 a 53 hectáreas. En el norte paceño, en la provincia Bautista Saavedra, el crecimiento ha sido del 77%, afectando significativamente al Parque Nacional Madidi.
Estas variaciones sugieren que las rutas del narcotráfico están ganando terreno en estas áreas. En el norte de La Paz, el municipio de Charazani es considerado una ruta de ingreso de la cocaína proveniente de Perú. Apolo e Ixiamas también forman parte de un corredor que conecta con la frontera del Vraem, una zona crítica del narcotráfico peruano. Una situación similar ocurre en los alrededores del Amboró, donde la provincia Ichilo, ya alberga laboratorios de cocaína, pozas de maceración y redes de tráfico de combustible.
El exministro Carlos Romero calificó a la provincia Ichilo como el epicentro del narcotráfico en Bolivia, una postura que contrasta con la del Gobierno actual. El viceministro de Defensa Social, Jaime Mamani, ha asegurado que los parques Amboró y Choré, ambos en esa provincia, están libres de plantaciones de coca. Sin embargo, esta afirmación resulta poco creíble ante la clara tendencia de crecimiento reflejada en el informe de la Unodc.
La realidad es que el narcotráfico está avanzando sobre las áreas protegidas de Bolivia. El aumento de los cultivos de coca es preocupante: en el Área Natural de Manejo Integrado (AMNI) Apolobamba creció un 76%; en el Parque Nacional Carrasco, un 38%; y en el AMNI Cotapata y el Parque Nacional Madidi, un 2%. Solo el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure registró una reducción del 10%.
Jaume Segura, jefe de la Delegación de la Unión Europea en Bolivia, ha expresado su preocupación por el impacto reflejado en el informe: “Sobre todo nos preocupa el aumento del 34% en aquellas áreas que deben tener una protección especial por su valor ecológico y cultural… (Esto) pone de manifiesto los retos significativos que aún debemos enfrentar juntos relacionados con el cambio climático”.
La importancia de esta riqueza ecológica y cultural, ahora amenazada por el narcotráfico, debería ser una preocupación prioritaria no solo para organismos internacionales y países europeos, sino también para las propias autoridades nacionales. Sin embargo, estas tienden a minimizar el problema mientras enfatizan supuestos logros en la gestión del control de cultivos. El ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, ha señalado que Bolivia representa solo el 8% de los cultivos de hoja de coca en el mundo, muy por debajo de Colombia (65%) y Perú (27%).
No obstante, no se puede minimizar el daño que ya está sufriendo el medioambiente. La presencia humana en áreas protegidas genera efectos multiplicadores que van mucho más allá de los cultivos de coca. Además, la tendencia creciente de estos cultivos debería ser razón suficiente para tomar medidas urgentes antes de que sea demasiado tarde.
https://www.eldeber.com.bo/opinion/la-coca-gana-terreno-en-areas-protegidas_504839/
