Bolivia se desmorona | Bolivia Unravels

Por The Statesman:

Bolivia, antes celebrada como un éxito económico de Sudamérica, es ahora un claro ejemplo de cómo la excesiva dependencia de los recursos naturales y la mala gestión pueden llevar a una nación a la ruina.

SNS | Nueva Delhi | 4 de diciembre de 2024, 8:06 am

Bolivia Unravels

Bolivia, antes celebrada como un éxito económico en Sudamérica, es ahora un claro ejemplo de cómo la excesiva dependencia de los recursos naturales y la mala gestión pueden llevar a una nación a la ruina. La crisis actual ~ una mezcla tóxica de escasez de combustibles, aumento de precios de los alimentos y caída de las reservas internacionales ~ ha trastornado la vida de millones, exponiendo profundas fallas en los sistemas económicos y políticos del país.

En el corazón de los problemas de Bolivia está su dependencia de productos básicos como el gas natural. Mientras que el auge de principios de los 2000 trajo una riqueza sin precedentes, los sucesivos gobiernos no lograron aprovechar esta bonanza para diversificar la economía ni construir industrias sostenibles. En lugar de ello, el país apostó aún más por un sector de recursos volátil, quedando vulnerable a los altibajos de los mercados globales. Hoy, con la caída de la producción de gas y las importaciones drenando las limitadas reservas del país, Bolivia enfrenta las graves consecuencias de esta visión a corto plazo. La crisis de combustibles ha repercutido en toda la economía, paralizando la agricultura y el transporte. Los agricultores luchan por acceder al diésel necesario para sembrar y cosechar, mientras los alimentos permanecen atascados en áreas rurales, lo que aumenta los precios en los centros urbanos.

Este colapso ha hecho que muchos bienes básicos sean inalcanzables, empujando a las familias al borde del hambre. Mientras tanto, la insistencia del gobierno en mantener costosos subsidios al combustible es una apuesta financiera que no puede permitirse, erosionando aún más la confianza pública. Más allá de la mala gestión económica, la disfunción política ha agravado los males de Bolivia. Las rivalidades internas dentro del partido gobernante han paralizado la toma de decisiones, con líderes priorizando su supervivencia política sobre las necesidades de los ciudadanos. La confianza pública se ha deteriorado aún más por las repetidas promesas de soluciones rápidas que nunca se concretan. En lugar de abordar las causas profundas de la crisis, el gobierno ha minimizado su gravedad, dejando a los bolivianos valerse por sí mismos en una situación cada vez más precaria.

Las consecuencias sociales son devastadoras. Con una de las tasas de inflación más altas de la región, las familias están reduciendo el consumo de alimentos y bienes esenciales, mientras las largas filas en las estaciones de servicio se han convertido en una rutina diaria. El descontento público ha llegado a las calles, con protestas que exigen soluciones tangibles a las dificultades. La frustración del pueblo es evidente: quieren acción, no retórica, de sus líderes. La situación de Bolivia sirve como una advertencia contundente para otras economías dependientes de recursos, si el ejemplo de Nauru de hace un par de décadas no fue suficiente. Las ganancias a corto plazo de las exportaciones de materias primas deben reinvertirse en proyectos a largo plazo que fomenten la diversificación, fortalezcan la resiliencia y reduzcan la dependencia. La transparencia y políticas fiscales sólidas son cruciales para ganarse la confianza pública y fomentar la estabilidad.

El camino por delante para Bolivia es difícil, pero no imposible. Los líderes políticos deben dejar de lado sus rivalidades y centrarse en medidas inmediatas para estabilizar la economía, como asegurar ayuda internacional y priorizar las importaciones esenciales. A largo plazo, la reforma económica y la diversificación son esenciales para romper el ciclo de dependencia de los recursos. Para el pueblo de Bolivia, la crisis no es solo un fracaso de gobernanza, sino una lucha por la supervivencia. Su resiliencia merece más que promesas vacías ~ exige una acción urgente.

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