Editorial, El Dia:
Between Miracle and Hell
It’s pointless for the government to become more “dialogue-oriented,” with ministers and even Luis Arce himself running from one place to another, trying to “put out fires,” if they have nothing to offer, no answers to the demands, and no willingness to make crucial and urgent decisions.
The most interesting thing is that none of the sectors threatening with pressure measures and demanding concrete actions are asking anything from the government. They are not asking for loans, road construction, infrastructure projects, or anything else that would require economic resources, intelligence, talent, or the capacity of the authorities, because everyone knows very well that none of this exists in Arce’s administration.
The only thing being asked is to abandon their interventionist model and remove the barriers they’ve imposed on the economy over the last 18 years, which are leading the country to destruction. The case of the agricultural sector, one that could give the economy some relief due to its export potential and its ability to generate foreign currency, is the most emblematic.
In the so-called theory of stupidity, the worst is the one who harms others without gaining any benefit for himself, and that’s exactly what’s happening with Arce’s government. Maintaining export restrictions, continuing with the prohibitions on biotechnology use, doing nothing to improve legal security, promoting land seizures, and drowning producers in a sea of bureaucracy brings no advantage to anyone, except criminals. Ultimately, the public sector suffers the most, as the problems that plague it, such as diesel shortages and lack of dollars, tend to worsen, and with the systematic decrease in production, it’s already evident how state entities are struggling to gather funds for their projects, pay salaries, and, ultimately, continue doing politics.
Arce could do all this and much more if he truly wanted to overcome the crisis, but apparently, that’s not his interest, especially when he refuses to abandon his wasteful model, insists on maintaining an “impossible state” with astronomical expenses, useless public companies, and a legal framework hostile to private investment and, therefore, to the prosperity of Bolivians.
In 1985, when Víctor Paz Estenssoro amazed the world by abruptly stopping hyperinflation, he did nothing extraordinary. Everyone talks about the great geniuses who came from Harvard and other academic powerhouses, but the solution was very simple: leave the economy in the hands of the people, abandon the classic arrogance of politicians, set aside the vision of the almighty state, and give up trying to control everything because, besides being impossible, nothing can surpass the decisions made by each individual who always seeks their own benefit and that of others. It’s in Arce’s hands to perform a true “miracle,” but he doesn’t want to. He prefers to plunge Bolivians into hell.
Editorial, El Dia:
Entre el milagro y el infierno
De nada sirve que el gobierno se haya vuelto “dialogador”, que los ministros y hasta el propio Luis Arce anden de a un lado para otro, tratando de “apagar incendios”, si no tienen nada para ofrecer, ninguna respuesta a las peticiones y tampoco la voluntad para tomar decisiones cruciales y urgentes.
Lo más interesante de todo es que ninguno de los sectores que amenazan con medidas de presión y que demandan acciones concretas, están pidiéndole nada al gobierno. No exigen créditos, construcción de carreteras, ni proyectos de infraestructura o cualquier otra cosa que demande recursos económicos, inteligencia, talento o capacidad de las autoridades, porque todos saben muy bien que nada de eso existe en la administración de Arce.
Lo único que se le pide es que deje de lado su modelo intervencionista y elimine las trancas que le ha puesto a la economía en los últimos 18 años y que están llevando a la destrucción al país. El caso del sector agropecuario, uno de los que podría darle un respiro a la economía por su potencial exportador y por su capacidad de generar divisas, es el más emblemático.
En la denominada teoría de la estupidez, el peor de todos es el que perjudica a los demás, sin lograr ningún beneficio para sí mismo y eso es justamente lo que le pasa al gobierno de Arce. Mantener las restricciones a las exportaciones, seguir con las prohibiciones al uso de la biotecnología, no hacer nada por mejorar la seguridad jurídica, promover los avasallamientos de tierras y sumir a los productores en un mar de burocracia, no le aporta ninguna ventaja a nadie, salvo a los delincuentes y en todo caso, el que más se daña es el sector público, pues los problemas que más lo agobian, como la escasez de diésel y la falta de dólares, tienden a agudizarse y con la sistemática disminución de la producción ya se está viendo cómo las entidades estatales se ven en figurillas para reunir los fondos para sus proyectos, para pagar sueldos y, en definitiva, para seguir haciendo política.
Arce podría hacer todo eso y mucho más, si es que verdaderamente quisiera superar la crisis, pero aparentemente su interés no es ese, mucho menos cuando se resiste a abandonar su modelo de derroche, cuando insiste en mantener un “estado imposible”, con gastos astronómicos, empresas públicas inservibles y un marco jurídico enemigo de la inversión privada y, por ende, de la prosperidad de los bolivianos.
En 1985, cuando Víctor Paz Estenssoro asombró al mundo al frenar en seco la hiperinflación no hizo nada extraordinario. Todos hablan de los grandes genios que vinieron de Harvard y de otras potencias académicas, pero la solución fue muy simple: dejar la economía en manos de la gente, abandonar la clásica arrogancia de los políticos, dejar de lado la visión del estado todopoderoso y renunciar a controlarlo todo, porque además de que es imposible, nada puede superar a las decisiones que toma cada individuo que siempre busca el beneficio propio y el de los demás. En las manos de Arce está hacer un verdadero “milagro”, pero no quiere. Prefiere sumir en el infierno a los bolivianos.
https://eldia.com.bo/2024-08-16/editorial/entre-el-milagro-y-el-infierno.html
