Juan Carlos Salinas, El Deber:

The difference in income in favor of men is a constant, according to the Cedla
Economic violence can be interpreted as the material dispossession of resources, income and assets; and implies the non-exercise of the right to access or dispose of them. Economic violence is also manifested in the sphere of work, where working conditions are more precarious and wages are lower, they explain from the Center for Studies for Labor and Agrarian Development (Cedla).
Thus, for performing tasks in management or administration, on average, a man earns Bs 18,174 monthly, while women earn 13% less (Bs 14,337) for the same task to be performed.
According to the institution, women are the most vulnerable, in relation to men, with this type of violence, because from the demand side, employers display a series of prejudices in relation to female work that hinder their access to jobs. quality wage earners, while segregating them to lower-ranking positions in the occupational structure.
According to Cedla, salary is one of the best thermometers to measure economic violence against women.
Thus, the nominal salary of the private sector, according to occupational group and sex, according to the National Institute of Statistics (INE), in 2021, with data collected in March 2022, shows disparities between women and men.
The gap widens when salaries for general work are compared, at this point a woman earns, on average, Bs 3,221, while a man earns Bs 4,131; that is, 22% more. When it comes to specialized workers, a man earns Bs 3,788 and a woman Bs 2,907, 24% less.
For Cedla, economic violence occurs in both the public and private spheres.
Salaried women work in a small group of typically female occupations such as social and personal services (health, education, cleaning and domestic work in other people’s homes), retail trade, accommodation and restaurant activities where they are exposed to forms of subcontracting.
“Their work trajectories, despite an improvement in their schooling, are marked by the performance of unstable and poorly paid jobs, in repetitive tasks and without enrichment or professional development, both in the private sector, where they are frequently subject to hiring without labor rights, as in the public sector”, they indicated from the entity.
La diferencia en los ingresos a favor de los hombres es una constante, según observa el Cedla
La violencia económica puede interpretarse como el despojo material de recursos, ingresos y bienes; y supone el no ejercicio del derecho a acceder o disponer de los mismos. La violencia económica también se manifiesta en la esfera del trabajo, en donde las condiciones laborales son más precarias y los salarios más bajos, explican desde el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla).
Así, por desempeñar tareas en la gerencia o administración, en promedio, un varón percibe mensualmente Bs 18.174, mientras que, las mujeres ganan un 13% menos (Bs 14.337) por la misma tarea a desarrollar.
Según la institución, las mujeres son las más vulnerables, en relación a los varones, con este tipo de violencia, pues desde el lado de la demanda, los empleadores despliegan una serie de prejuicios con relación al trabajo femenino que obstaculizan su acceso a los empleos asalariados de calidad, mientras las segregan a los puestos de menor jerarquía en la estructura ocupacional.
De acuerdo con el Cedla, el salario es uno de los mejores termómetros para medir la violencia económica hacia las mujeres.
Así el salario nominal del sector privado, según grupo ocupacional y sexo, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2021, con datos recabados en marzo de 2022, muestra disparidades entre mujeres y varones.
La brecha se amplía cuando se comparan los salarios para labores generales, en este punto una mujer gana, en promedio, Bs 3.221, mientras que un varón percibe Bs 4.131; es decir, un 22% más. Cuando se trata de obreros especializados un varón cobra Bs 3.788 y una mujer Bs 2.907, un 24% menos.
Para el Cedla, la violencia económica se da tanto en la esfera de lo público como de lo privado.
Las mujeres asalariadas trabajan en un reducido grupo de ocupaciones típicamente femeninas como los servicios sociales y personales (salud, educación, limpieza y trabajo doméstico en hogares ajenos), el comercio por menor, las actividades de alojamientos y restaurantes donde están expuestas a formas de subcontratación.
“Sus trayectorias laborales, a pesar de una mejora en su escolaridad, están marcadas por la realización de trabajos inestables y mal remunerados, en tareas repetitivas y sin enriquecimiento o desarrollo profesional, tanto en el sector privado, donde se sujetan con frecuencia a la contratación sin derechos laborales, como en el sector público”, indicaron desde la entidad.
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