By Oscar Antezana Malpartida:
The existence of seven or eight pre-candidates remains concerning, as it divides the opposition and leaves candidates who fail to meet the minimum criteria for the presidency. However, there is great news: Branko has withdrawn his candidacy to support Tuto. This is not to say that Branko was a bad candidate—quite the opposite—but he is now prioritizing Bolivia by strengthening a solid opposition candidacy. Now, a pre-candidate remains who is up to Bolivia’s challenge—and a ticket including both figures would be even better.
During a recent visit to La Paz, I did what I usually do anywhere in the world: have short conversations with taxi drivers to gauge the social, political, or economic climate. This time, I asked about their preferred pre-candidates. Their responses: Andrónico, Chi, and Manfred. This is not a scientific survey, but it alarms me to think about what is going through these people’s minds and how they reason.
A year ago, in February, I suggested some of the capabilities and skills the next president should possess:
- Leadership – Someone with clarity, coherence, and persuasive power. A leader who can stir people’s emotions more than just presenting statistics (without excluding them). Elections are won more with emotion than with reason.
- Vision – Someone who can chart a path to real and lasting prosperity, pulling Bolivia out of its nearly 200-year slumber. This is not about being a demagogue who promises everything but rather about someone who paints reality as it is.
- Commitment – Someone who remains steadfast in achieving their vision, undeterred by internal and external pressures, both national and international. Firmness is needed. The law must be applied without hesitation.
- Education – They don’t need to be an economics expert, but they must be well-versed in management, law, and politics and have influential connections.
- Track record and experience based on moral values – No one may have lived an impeccable life, but they should be free of proven wrongdoing or slanderous rumors.
The points outlined above may seem academic and idealistic, useful for readers who appreciate that perspective. However, every pre-candidate believes they possess these qualities and more; they all see themselves as “saviors.”
A candidate should have already presented a clear vision for Bolivia, repeatedly laid out the country’s reality, and proposed necessary actions. They should not be weak-willed, vague, or evasive. They must understand Bolivia’s reality better than 99% of the population. This is the kind of candidate who deserves our vote—one who earns our trust through merit. Some opposition candidates still resort to attacking others rather than debating legitimate arguments, theorizing without understanding that governing is an entirely different matter, and using this opportunity to seek a bit of fame.
This highlights the need for the opposition’s pre-candidate—or the next president—to have the experience and courage to implement tough, unpopular measures. Addressing this crisis will not be easy. There will be significant discontent as order is restored. But that government’s role will be to extinguish the fire left by the MAS—so who is to blame, the firefighters or the arsonists? In the short to medium term, this disaster will bring higher unemployment, lower incomes, protests that could lead to political instability, and both local and foreign actors seeking to sabotage government policies. Bolivia will have no choice but to seek assistance from the International Monetary Fund and the World Bank, as no other institutions can help bridge the financial abyss the country faces. I would not rule out extraordinary measures to counter the threats looming over the nation.
Finally, to achieve these objectives, the pre-candidate or future president must carefully select capable advisors who serve the country without political or personal favors. Since Tuto and Branko seem to align, they should share the same vision, be experts in their fields, have no clear legal convictions, and be willing to make their assets and finances transparent before assuming office.
Branko’s withdrawal could pave the way for a strong ticket: Tuto/Branko—a balance between the West and the East—capable of pulling Bolivia out of its crisis. As a duo, they have experience in both the public and private sectors, an understanding of the country’s social, institutional, political, legal, and economic challenges, and credibility in international affairs. In short, they have the vision and courage needed to implement the reforms and economic policies that will not only lift Bolivia out of its current predicament but also chart a long-term course for the nation.
But let’s not forget the two key objectives in the upcoming election: (1) ensuring that the MAS—or a disguised version of it—does not return to power (when in doubt, it’s safer to vote for someone with no such suspicion) and (2) winning by a decisive margin so the new president can implement the deep reforms that are necessary, not just desirable. Finally, voters must understand that the policies and reforms will take more than a single five-year term to yield the desired results—so choose wisely.
Por Oscar Antezana Malpartida:
Todavía es preocupante que existan siete u ocho pre candidatos porque la oposición estaría dividida y porque los que quedan no satisfacen criterios mínimos para asumir la Presidencia. Pero hay una excelente noticia: Branko renunció su candidatura para apoyar a Tuto. No es que Branko era mal candidato, todo lo contrario; pero ahora se pone la camiseta de Bolivia para impulsar una candidatura sólida de oposición. Ahora queda un pre candidato que da la talla al desafío que tiene Bolivia – y mejor sería un binomio compuesto de ambos personajes.
Estuve unos días en La Paz, y como generalmente hago en cualquier parte del mundo, converso cortito con los taxistas para tantear la situación social, política o económica. Esta vez pregunté sobre sus pre candidatos favoritos. Respuestas: Andrónico, Chi y Manfred. No es ninguna encuesta científica pero me espanta saber qué tiene esta gente en sus cabezas, en que piensa y cómo piensa.
Hace un año, en el mes de febrero, sugerí algunas de las capacidades y habilidades que debería tener el próximo presidente. Estas eran:
1. Liderazgo, que tenga claridad, coherencia y poder de convencimiento. Que sepa mover las emociones de la gente, más que los datos estadísticos (sin excluirlos). Las elecciones parecen ganarse mas con la emoción que con la razón.
2. Visión, que proyecte un camino hacia la prosperidad real y duradera, hacia un país que salga del letargo de casi 200 años. No se trata de ser demagogo y que prometa todo. Al contrario, se trata de una persona que pinte la realidad tal cual.
3. Compromiso, que no ceje al logro de su visión, a presiones internas y externas, nacionales y extranjeras. Se necesita firmeza. Que aplique la Ley sin contemplaciones.
4. Educación, no es necesario que sea un experto en economía. Tiene que ser una persona que este muy familiarizado con la gestión, leyes, política; que tenga contactos de peso.
5. Trayectoria y experiencia basada en valores morales. Tal vez no haya una persona que haya tenido una vida impecable, más allá de rumores no comprobados o calumnias.
Lo descrito brevemente en los párrafos anteriores tiene un enfoque tal vez académico e ideal. Sirve para el lector que cree que es útil esa mirada. Pero todos los “pre candidatos” creen tener esos requisitos y más; todos se creen “salvadores”.
El candidato debería haber hecho conocer una visión clara para Bolivia, la verdad de la situación boliviana actual, lo que se debería hacer reiteradas veces. No es un pre candidato pusilánime, ni marea la perdiz, ni pasa todo por agua tibia y está más ubicado de la realidad del país que más del 99% de la población. Este es un perfil de un candidato que merecería nuestro voto, que se gane nuestra confianza en buena ley. Aún quedan candidatos de la oposición que recurren a tirar basura al otro y no a discutir argumentos legítimos, a hablar en teoría sin estar conscientes de que otra cosa es con guitarra, y a tomar esta oportunidad para hacerse de un poco de fama.
Eso nos lleva a la necesidad de que el pre-candidato de oposición o próximo Presidente tenga experiencia y coraje para aplicar medidas duras o poco populares. No será para nada fácil abordar esa crisis. Habrá mucho descontento por los efectos cuando se tenga que poner orden. Pero lo que ese gobierno hará, será apagar el incendio que deja el MAS – ¿quién tiene la culpa? ¿Los bomberos o los pirómanos? Ese desastre tendrá, en el corto/ mediano plazo, cara de mayor desempleo y menores ingresos, protestas que podrían generar inestabilidad política, y gente local y foránea que querrá sabotear las políticas del gobierno. Se debe recurrir al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial porque no hay otras instituciones que puedan ayudar a salir del hueco financiero en que se encuentra Bolivia. Tampoco descartaría otro tipo de intervención extraordinaria para hacer frente a los peligros que acechan al país.
Finalmente, para lograr tales cometidos, ese pre-candidato o futuro Presidente debe saber escoger a colaboradores idóneos que presten sus servicios al país sin ningún favor político o de otra índole. Para tal efecto, como Tuto y Branko parecen coincidir, deberían compartir la misma visión, ser capaces en su rubro, no tener o haber tenido sentencias legales claras, y que estén llanos a hacer transparentes y públicos su patrimonio y otros antes de tomar posesión en el cargo que se les confiera.
La renuncia de Branko puede facilitar un binomio sólido: Tuto/Branko, uno de cada región (Occidente y Oriente) que sí pueden sacar a Bolivia del pozo en que se encuentra. Como dupla, tienen experiencia en los sectores públicos y privados, conocimiento de los problemas sociales, institucionales, políticos, legales y económicos del país, solvencia en el ámbito internacional; en resumen, visión clara y valentía que son la base para realizar reformas y políticas económicas necesarias que no solo saquen del pozo a Bolivia, sino delineen el camino a seguir a mediano y largo plazo para el país.
Pero no nos olvidemos, los principales objetivos para la elección que se aproximan son dos: (1) que no vuelva el MAS o un encubierto al poder (en caso de duda, mejor votar seguro por alguien que ni siquiera se sospecha) y (2) ganar las elecciones abrumadoramente para que el nuevo mandatario pueda hacer reformas profundas que serán necesarias, no solo deseables. Por último, tenga en cuenta el elector que las políticas y reformas que se realicen tardaran más de un período presidenciable (cinco años) en tener el efecto deseable; por tanto piénselo bien en quién votar.
https://eldia.com.bo/2025-03-15/opinion/tribuna/tuto-y-branko.html
