Editorial, El Dia:
Bolivia is going through one of the worst crises in its recent history, with blockades that not only deepen the shortage of food and fuel but also reveal a heartbreaking panorama of government inaction and complicity.
The current blockades, led by sectors allied with Evo Morales, are not aimed at asserting legitimate rights but at protecting a leader accused of serious crimes, including sexual abuse of minors. Instead of seeking justice, these movements extort the nation, provoking chaos and bleeding an already weakened economy.
The blockades not only paralyze the distribution of fuel but are also beginning to drain the citizens’ pockets. The lack of diesel and gasoline is causing long lines at service stations, while public and freight transportation is stranded on the roads. Basic foods like meat, rice, and vegetables are scarce in the markets, and some products have doubled in price, driving up inflation and worsening social unrest.
Luis Arce has proven incapable of imposing order and ensuring respect for the law. His passivity worsens the already precarious economic situation and threatens to push the country to the brink of collapse. Key sectors such as heavy transportation, which is essential for the distribution of goods, have been the first to raise their voices against the lack of action. Paradoxically, the transporters want to start another blockade against the coca grower Morales, which would literally mean the country’s suicide.
The blockades prevent the free movement of more than 500 tanker trucks loaded with fuel, leading to shortages in major cities. Empty pumps, long lines, and the uncertainty of whether there will be gasoline or diesel for public transport are just some of the visible effects.
Although the law grants the power to guarantee order and protect citizens’ rights, Arce seems more interested in avoiding political confrontations with the “evista” faction than in defending the population from the consequences of this chaos. The blockades are not mere acts of protest; they are crimes that put the stability of an entire country at risk.
Economic and social sectors will not delay in reacting forcefully. Heavy transportation has warned of carrying out “counter-blockades” to demand solutions and restore free transit on the roads. It is not unreasonable to think that other sectors will follow suit, joining the protests not only against the “evista” blockades but also against the inaction of a government that is collapsing under internal pressure.
Bolivia seems to be heading towards total disaster. Instead of addressing its structural problems and meeting the population’s demands, the country is entangled in a collective suicide, where political struggle and personal interests prevail over the well-being of the majority. If urgent action is not taken, the blockades and lack of leadership will lead us to definitive collapse.
Editorial, El Dia:
Bolivia atraviesa una de las peores crisis de su historia reciente, con bloqueos que no sólo profundizan el desabastecimiento de alimentos y combustible, sino que revelan un desgarrador panorama de inacción y complicidad gubernamental.
Los bloqueos actuales, protagonizados por sectores afines a Evo Morales, no tienen como objetivo reivindicar derechos legítimos, sino proteger a un líder acusado de delitos graves, entre ellos el abuso sexual a menores. En lugar de buscar justicia, estos movimientos extorsionan a la nación, provocando caos y desangrando una economía ya debilitada.
Los bloqueos no solo paralizan la distribución de combustibles, sino que también están comenzando a vaciar los bolsillos de los ciudadanos. La falta de diésel y gasolina está generando largas filas en las estaciones de servicio, mientras que el transporte público y de mercancías queda varado en las carreteras. Los alimentos básicos, como la carne, el arroz y las verduras, escasean en los mercados, y algunos productos han duplicado sus precios, elevando la inflación y agudizando el malestar social.
Luis Arce ha demostrado ser incapaz de imponer el orden y garantizar el respeto a las leyes. La pasividad agrava la ya precaria situación económica y amenaza con llevar al país al borde del colapso. Sectores clave como el transporte pesado, cuyo trabajo es fundamental para la distribución de bienes, han sido los primeros en alzar la voz ante la falta de acción. Lo paradòjico es que los transportistas quieren iniciar otro bloqueo contra el cocalero Morales, lo que significarìa literalmente el suicidio del país.
Los bloqueos impiden el libre tránsito de más de 500 camiones cisterna cargados con combustible, lo que ha llevado a la escasez en las principales ciudades. Surtidores vacíos, largas filas y la incertidumbre de no saber si habrá gasolina o diésel para el transporte público, son solo algunos de los efectos visibles.
A pesar de que la ley otorga el poder para garantizar el orden y proteger los derechos de los ciudadanos, Arce parece más interesado en evitar confrontaciones políticas con el sector evista que en defender a la población de las consecuencias de este caos. Los bloqueos no son simples actos de protesta; son crímenes que ponen en riesgo la estabilidad de un país entero.
Los sectores económicos y sociales no tardarán en reaccionar con fuerza. El transporte pesado ha advertido con realizar “contrabloqueos” para exigir soluciones y recuperar el libre tránsito en las carreteras. No es descabellado pensar que otros sectores sigan su ejemplo, sumándose a las protestas en rechazo no solo a los bloqueos de los evistas, sino también a la inacción de un gobierno que se desmorona ante la presión interna.
Bolivia parece estar avanzando hacia el desastre total. En lugar de enfrentar sus problemas estructurales y solucionar las demandas de la población, el país se enreda en un suicidio colectivo, donde la lucha política y los intereses personales prevalecen sobre el bienestar de la mayoría. Si no se actúa con urgencia, los bloqueos y la falta de liderazgo nos llevarán al colapso definitivo.
https://eldia.com.bo/2024-10-21/editorial/bolivia-se-suicida.html
