Editorial, El Dia:
Bolivia is going through an economic storm that seems to have no end. The recent historic record of country risk, reaching 2,102 points, the highest in Latin America, is an alarming signal of the depth of the crisis Bolivians are facing.
This excessive increase occurs in a context of political and economic uncertainty, exacerbated by the false coup d’état that has shaken the national landscape. However, beyond the numbers, the concerning issue is how the government has been responding to this growing crisis with measures that, at best, have proven to be ineffective.
Despite the government’s attempts to present solutions to economic problems, such as joining Mercosur, diplomatic visits, and announcements of promising discoveries, the results have been disappointing. The lack of positive impact of these actions is not a mere coincidence; it is evidence that the measures adopted do not address the root causes of the economic crisis. The damage in the country surpasses any short-term action the government can take, evidencing a loss of credibility in its management capabilities.
The situation is even more severe when considering the diesel shortage, which has significantly affected the agricultural sector. The Confederation of Sugarcane Growers of Bolivia has warned about the imminent risk to the harvest and ethanol production due to the lack of fuel. The government’s inability to ensure the fuel supply and its inadequate response to this problem reflect a worrying lack of foresight and efficient management.
The impact of the crisis is also evident in the devaluation of the boliviano and the rise of the dollar in the black market, which already exceeds Bs 11. The disparity between the official exchange rate and the black market not only raises the cost of basic products but also highlights a severe misalignment in the government’s economic policies. Opponents warn that the situation could worsen further, with projections that the dollar could reach Bs 15 by the end of the year. This alarming scenario underscores the government’s inability to manage inflation and the scarcity of foreign currency.
Additionally, the recent measure by ASFI, which limits commissions for foreign currency transfers abroad, has created more problems than solutions. Economists warn that this regulation could exacerbate the shortage of dollars and other currencies, further hindering import operations and worsening shortages in various sectors.
The economic situation in Bolivia not only deteriorates each day, but the government seems more focused on finding excuses than effectively addressing the crisis. The lack of concrete measures and the continuous evasion of the true causes of the problem reflect an economic management that is not only ineffective but appears disoriented in its strategy to face one of the most severe crises the country has experienced in recent history. The public continues to wait for real answers and solutions, instead of empty promises and unsatisfactory explanations.
Editorial, El Dia:
Bolivia atraviesa una tormenta económica que parece no tener fin. El reciente récord histórico del riesgo país, alcanzando los 2.102 puntos, el mayor de América Latina, es una señal alarmante de la profundidad de la crisis que enfrentan los bolivianos.
Este aumento desmedido se produce en un contexto de incertidumbre política y económica, exacerbada por el falso golpe de estado que ha sacudido el panorama nacional. Sin embargo, más allá de los números, lo preocupante es cómo el gobierno ha ido respondiendo a esta creciente crisis con medidas que, en el mejor de los casos, han demostrado ser ineficaces.
A pesar de los atisbos del gobierno para presentar soluciones a los problemas económicos, como la adhesión al Mercosur, visitas diplomáticas y anuncios de descubrimientos prometedores, los resultados han sido decepcionantes. La falta de impacto positivo de estas acciones no es una simple coincidencia; es una evidencia de que las medidas adoptadas no abordan las causas fundamentales de la crisis económica. El daño en el país supera cualquier acción a corto plazo que el gobierno pueda tomar, evidenciando una pérdida de credibilidad en su capacidad de gestión.
La situación es aún más grave cuando se considera la escasez de diésel, que ha afectado significativamente al sector agropecuario. La Confederación de Cañeros de Bolivia ha advertido sobre el riesgo inminente para la zafra y la producción de etanol debido a la falta de combustible. La incapacidad del gobierno para garantizar el suministro de combustible y su respuesta insuficiente a este problema reflejan una preocupante falta de previsión y gestión eficiente.
El impacto de la crisis también se manifiesta en la devaluación del boliviano y el aumento del dólar en el mercado negro, que ya supera los Bs 11. La disparidad entre el tipo de cambio oficial y el mercado negro no solo encarece los productos básicos, sino que también evidencia un desajuste grave en las políticas económicas del gobierno. Los opositores alertan que la situación podría empeorar aún más, con proyecciones de que el dólar podría alcanzar hasta Bs 15 a fin de año. Este escenario alarmante pone en evidencia la incapacidad del gobierno para manejar la inflación y la escasez de divisas.
Adicionalmente, la reciente medida de la ASFI, que limita las comisiones para transferencias de divisas al exterior, ha generado más problemas que soluciones. Los economistas advierten que esta normativa podría agravar la escasez de dólares y otras divisas, dificultando aún más las operaciones de importación y exacerbando el desabastecimiento en diversos sectores.
La situación económica en Bolivia no solo se deteriora cada día, sino que el gobierno parece estar más enfocado en encontrar excusas que en abordar la crisis de manera efectiva. La falta de medidas concretas y la continua evasión de las verdaderas causas del problema reflejan una gestión económica que no solo es ineficaz, sino que parece desorientada en su estrategia para enfrentar una de las crisis más severas que el país haya enfrentado en su historia reciente. La ciudadanía sigue esperando respuestas y soluciones reales, en lugar de promesas vacías y explicaciones insatisfactorias.
https://eldia.com.bo/2024-07-26/editorial/un-laberinto-de-excusas-frente-a-la-crisis.html
