Monica Briançon, Los Tiempos:
Sons of the sewer
I was going to title this article “Sons of the great Bolívar”, in homage to the 198 years of the independence of Bolivia, which is celebrated every August 6. But I doubt that the Liberator is proud of his children. So, I prefer to change their name so they are sons of the sewer.
Let’s review the most outstanding: There are the miners, who pollute the rivers with mercury, looking for gold; or those who have poisoned the Pilcomayo with lead and zinc waste.
They are also the intercultural bullies who appropriate other people’s land to establish their colonies there, either as future coca growers or as owners of small plots of five square meters.
Joining the list are the abusive environmental predators who destroy the dry forests of the Chiquitania to turn it into a soybean area, in collusion with Mennonites and Japanese descendants, producing soybeans that are not consumed in Bolivia.
The list includes public employees who encourage bureaucracy (photocopy of ID, signature with blue pen, yellow folder and “little ticket”) to serve thousands of citizens who line up every day from 4 in the morning to receive care in health centers.
Separate point for the abusers, paid, of the octogenarian Amparo Carvajal, while she defended the headquarters of the Permanent Assembly of Human Rights.
Nor do I forget the “ma’ams” who pay Bs 20 for a “pruning” that ends up killing the few trees that remain in the cities, nor the heartless who throw dogs into the street, because they are no longer pretty. Or those who kick llamas to death, to get their fetuses, and then sell them to ignoramuses who burn them on altars, asking for the favor of Pachamama.
The list is immense. I remember that Bolívar said that “our discords have their origin in the two most copious sources of public calamity: ignorance and weakness”, both reflected in an educational system that privileges the form and not the substance, making students obedient subjects and functional to the system, that when singing the National Anthem they believe “to make homeland” and not learn to plant a tree and take care of it.
Another phrase by Bolívar says “the most perfect system of government is the one that produces the greatest possible amount of happiness, the greatest amount of social security and the greatest amount of political stability.” Bolivia, his favorite daughter, is a permanent factory of happiness, that amount of serotonin produced by blockades, marches, strikes, and whatever mechanism exists to remind us that all our misery as a society we cover with shields, cockades, banners, and tricolor parades, because “die before slaves live” is our cliché phrase to forget that we continue to be slaves to the anguish and baseness of those who seek the presidential seat of the great Bolívar.
Hijos de la alcantarilla
Iba a titular este artículo “Hijos del gran Bolívar”, en homenaje a los 198 años de la independencia de Bolivia, que se celebra cada 6 de agosto. Pero dudo que el Libertador esté orgulloso de sus hijos. Así que, prefiero cambiarles de nombre por lo que son hijos de la alcantarilla.
Pasemos revista a los más sobresalientes: Están los mineros, que contaminan los ríos con mercurio, buscando oro; o los que han envenenado al Pilcomayo con desechos de plomo y zinc.
También son los avasalladores interculturales que se apropian de terrenos ajenos, para establecer allí sus colonias, ya sea como futuros cocaleros o como dueños de pequeñas parcelas de cinco metros cuadrados.
Se unen a la lista, los abusivos depredadores ambientales que destruyen los bosques secos de la Chiquitanía para volverla zona soyera, coludidos con menonitas y descendientes de japoneses, produciendo soya que no se consume en Bolivia.
A la lista, se incluyen los empleados públicos que fomentan la burocracia (fotocopia de carnet, firma con bolígrafo azul, fólder amarillo y “fichita”) para atender a miles de ciudadanos que, cada día hacen fila desde las 4 de la mañana para recibir atención en centros de salud.
Punto aparte para los maltratadores, pagados, de la octogenaria Amparo Carvajal, mientras defendía la sede de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos.
Tampoco olvido a las “doñitas” que pagan Bs 20 por una “poda” que termina matando a los pocos árboles que quedan en las ciudades, ni a los desalmados que tiran perros a la calle, porque ya no son bonitos. O los que matan a patadas a llamas, para conseguir fetos de ellas, y luego los venden a ignorantes que los queman en altares, pidiendo el favor de la Pachamama.
La lista es inmensa. Recuerdo que Bolívar dijo que “nuestras discordias tienen su origen en las dos más copiosas fuentes de calamidad pública: la ignorancia y la debilidad”, ambas reflejadas en un sistema educativo que privilegia la forma y no el fondo, haciendo de los alumnos sujetos obedientes y funcionales al sistema, que al cantar el Himno Nacional creen “hacer patria” y no aprender a plantar un árbol y cuidarlo.
Otra frase de Bolívar dice “el sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. Bolivia, su hija predilecta, es una fábrica permanente de felicidad, esa suma de serotonina producida por bloqueos, marchas, paros, y cuanto mecanismo existe para recordarnos que toda nuestra miseria como sociedad la tapamos con escudos, escarapelas, estandartes y desfiles tricolores, porque “morir antes que esclavos vivir” es nuestra frase cliché para olvidar que seguimos siendo esclavos de la angurria y bajeza de quienes buscan la silla presidencial del gran Bolívar.
https://www.lostiempos.com/actualidad/opinion/20230801/columna/hijos-alcantarilla
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