
EFE, Hola News:
Satiri, the invention of a young man who simplifies agriculture in Bolivia
ROBOTIC BOLIVIA
Quinamaya (Bolivia), Oct 27 (EFE).- Satiri, which in Aymara means to sow, is the name of a robot designed by 22-year-old Bolivian Ramiro Mamani and who channeled his knowledge to make a prototype to plow the land and plant potatoes in minimum times in the harshness of the Bolivian highlands.
It is the twenty-second prototype of old robots that Ramiro, the second of seven siblings, designed since he was 16 years old and that served to give life to Satiri, something he had to do due to lack of “resources,” as he explained to Efe.
The artifact does its work in the plains of Quinamaya, a small town 35 kilometers southwest of La Paz, where Ramiro’s parents, Ladislao and Rosa, have a small house with domestic animals such as cows, llamas and sheep, as well as a plot where they plant barley or potato.
AN UNCOVERED VOCATION
Ramiro discovered his fondness for circuits when he left the town’s elementary school and went to the Viacha school, the most important city near Quinamaya, with a good reputation for teaching robotics.
The young man saved money since his school days and worked on Sundays in factories to later get some fundamental pieces for a new creation or buy the first tools.
From that came a sequel to line-following robots, which collect garbage or solve mazes, which after finished gave life to new ones since it has had to “disassemble and reuse components” in order not to stop, he said.
Over the years he entered the Public University of El Alto to study electronic engineering, thus he participated in several competitions with some victories that made him stand out.
A WORKSHOP IN A STABLE
The “batcave” is the name of Ramiro’s workshop, a kind of gabled house, in which are his tools, circuits, computer and that at night serves as a garage for Satiri.
The inventor recalled that the workshop “was a barn to store cow manure” made of rustic adobe and that it was about to collapse until his father, who in his youth was the only one in the area capable of installing solar panels or pumps. of water, prompted him to do the remodeling.
At the top of the main wall, as if it were the altarpiece of a church, there is the image of Albert Einstein, from there other figures such as Steve Jobs, Nikola Tesla or Stephen Hawking, who are Ramiro’s “inspiration”, when he decides to create.
At the bottom a small blackboard on which he traces the designs by hand and on one side a computer for simulations and plans of his works based on mathematical formulas.
THE PLOWING ROBOT
During last year’s quarantine, Ramiro returned to his parents’ house in Quinamaya to help with field tasks while he took virtual classes, many times on the top of a hill to pick up the internet signal.
“If I have been to contests why not make a robot better to help my parents in planting potatoes”, was the idea he had when he observed that his parents complained about back pain and pain in other parts of the body.
Ramiro recalled that to finance his project “the main problem was money”, so he began to collect some objects such as old wheelbarrows, molds or pieces of iron to form the structure and buy other elements.
“I had to sell a bull to buy the batteries”, truck ones, that can be recharged and serve to give autonomy of movement to the robot that is used for plowing and sowing and which was initially remote-controlled.
Satiri has an iron steering wheel, a box with a sheepskin leather serves as the driver’s seat and has a system of plow discs to which an old piece of rail must be attached for pressure, all of which make it perform well.
Ramiro says that his robot does the work of about four people and that with this the preparation of the soil, which can last about eight hours by hand, is reduced to about two, in addition, that the energy costs are lower.
“I would like to develop projects or robots to help society, generally where more physical effort is needed” is the dream of this young man who has taken a break in his studies to enlist in compulsory military service, a factor of social renown in the rural area of the country.
Gabriel Romano
[Bolivian Thoughts opinion: I welcome Ramiro Mamani to The Hall of Bolivian Fame]
Satiri, el invento de un joven que simplifica la agricultura en Bolivia
BOLIVIA ROBÓTICA
Quinamaya (Bolivia), 27 oct (EFE).- Satiri, que en aimara significa sembrar, es el nombre de un robot diseñado por el boliviano Ramiro Mamani de 22 años y que canalizó sus conocimientos para fabricar un prototipo para arar el terreno y plantar papas en tiempos mínimos en la dureza del altiplano de Bolivia.
Se trata del vigésimo segundo prototipo de viejos robots que Ramiro, el segundo de siete hermanos, diseñó desde que tenía 16 años y que sirvieron para dar vida a Satiri, algo que tuvo que hacer por falta de “recursos”, según explicó a Efe.
El artefacto hace su labor en planicies de Quinamaya, un pueblito a 35 kilómetros al suroeste de La Paz, donde los papás de Ramiro, Ladislao y Rosa, tienen una pequeña casa con animales domésticos como vacas, llamas y ovejas además de una parcela en la que plantan cebada o papa.
UNA VOCACIÓN DESCUBIERTA
Ramiro descubrió su afición por los circuitos cuando dejó la escuela primaria del pueblo y pasó al colegio de Viacha, la ciudad más importante cercana a Quinamaya, con buena reputación de la enseñanza de robótica.
El joven ahorraba dinero desde su época de escolar y trabajaba los domingos en fábricas para luego conseguir algunas piezas fundamentales para una nueva creación o comprar las primeras herramientas.
A partir de eso vino una secuela de robots seguidores de línea, que recogen basura o que resuelven laberintos, que tras finalizados dieron vida a otros nuevos puesto que ha tenido que “desarmar y reutilizar componentes” a fin de no detenerse, dijo.
Con el paso de los años ingresó a la Universidad Pública de El Alto para estudiar ingeniería electrónica, así participó en varios concursos con algunas victorias que lo hicieron destacar.
UN TALLER EN UN ESTABLO
La “baticueva” es el nombre del taller de Ramiro, una especie de casita de dos aguas, en las que están sus herramientas, circuitos, computadora y que por las noches sirve de garaje para Satiri.
El inventor recordó que el taller “era un establo para guardar el abono de las vacas” de adobe rústico y que estaba a punto de derrumbarse hasta que su padre, que en su juventud era el único en la zona capaz de instalar paneles solares o bombas de agua, lo impulsó a hacer la remodelación.
En la cúspide del muro principal, como si fuera el retablo de una iglesia, está la imagen de Albert Einstein, de ahí se desprenden de manera descendente otras figuras como Steve Jobs, Nikola Tesla o Stephen Hawking, que son la “inspiración” de Ramiro cuando decide crear.
En la parte inferior una pequeña pizarra en la que traza a mano los diseños y a un lado una computadora para las simulaciones y los planos de sus trabajos con base en fórmulas matemáticas.
EL ROBOT SEMBRADOR
Durante la cuarentena del año pasado, Ramiro regresó a casa de sus padres en Quinamaya para ayudar en tareas del campo mientras pasaba clases a distancia, muchas veces en la parte alta de un cerro para captar la señal de internet.
“Si he ido a concursos por qué no mejor hago un robot para que ayude a mis papás en la siembra de la papa”, fue la idea que tuvo cuando observó que sus padres se quejaban por las molestias de espalda y dolores en otras partes del cuerpo.
Ramiro recordó que para financiar su proyecto “el principal problema era el dinero”, así que comenzó a recolectar algunos objetos como carretillas viejas, moldes o trozos de hierro para formar la estructura y comprar otros elementos.
“He tenido que vender un torito para comprar las baterías” de camión que pueden recargarse y sirven para dar autonomía de desplazamiento al robot que sirve para el arado y la siembra y que inicialmente era a control remoto.
Satiri tiene un volante de hierro, una caja con un cuero de oveja sirve de asiento al conductor y tiene un sistema de discos de arado al que debe amarrarse un trozo viejo de riel para que haga presión, todo hace que tenga un buen rendimiento.
Ramiro dice que su robot hace el trabajo de unas cuatro personas y que con este el preparado de la tierra, que puede durar unas ocho horas a mano, se reduce a unas dos, además, de que los costos de energía son menores.
“Me gustaría desarrollar proyectos o robots para ayudar a la sociedad, generalmente donde se necesita más esfuerzo físico”, es el sueño de este joven que ha hecho una pausa en sus estudios para enrolarse al servicio militar obligatorio, un factor de renombre social en el área rural del país.
Gabriel Romano
[Opinión de Bolivian Thoughts: Doy la bienvenida a Ramiro Mamani, a The Hall of Bolivian Fame]
https://holanews.com/satiri-el-invento-de-un-joven-que-simplifica-la-agricultura-en-bolivia/