The toborochi in bloom, a symbol that paints Santa Cruz pink | El toborochi en flor, un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz

By Kelin Mollo, El Deber:

Toborochis en flor /Foto: Ricardo Montero

For decades, all toborochi trees in the region were classified as Ceiba speciosa, native to Argentina; however, a 2024 study published by the Museum of Natural History changed the botanical narrative. Researchers James Arnold Drawer, Juan Carlos Catari, and Alejandro Angulo identified that the most common tree in Santa Cruz is actually a new species: Ceiba camba.

Every year, between May and June, Santa Cruz de la Sierra transforms. Its streets, plazas, and parks are painted pink thanks to the splendor of the toborochi, a tree whose blooming signals the arrival of winter and inspires admiration from locals and visitors alike. More than a natural spectacle, the toborochi (Ceiba speciosa) has become a cultural, ecological, and scientific symbol of eastern Bolivia.

The toborochi is a species that thrives in dry climates, and its characteristic swollen trunk allows it to store water to survive drought,” explains Mónica Vicente Calani, professor and researcher in Forest Engineering at the Gabriel René Moreno Autonomous University (UAGRM). “The most interesting part is that it blooms when most trees lose their leaves. It’s as if it’s warning us that the dry season is coming.”

Ceiba camba: a new species from Santa Cruz

For decades, all toborochis in the region were classified as Ceiba speciosa, native to Argentina; however, a 2024 study published by the Museum of Natural History changed the botanical narrative. Researchers James Arnold Drawer, Juan Carlos Catari, and Alejandro Angulo identified that the most common tree in Santa Cruz is actually a new species: Ceiba camba, the first to officially bear the name “camba” in the plant kingdom.

Among its distinctive features are the color of its flowers (pink with a yellow base), leaves with smooth edges, and short, winged petioles.

The toborochi blooms when other trees are shedding their leaves. “Its solitary, hermaphroditic flower, with generally five large petals, appears as a sign of resilience,” explains Vicente. “When the tree experiences water stress, it develops a more pronounced swollen trunk. In contrast, with good water access, it grows taller and its trunk becomes thinner.”

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz /Foto: Ricardo Montero

The toborochi in bloom, a symbol that paints Santa Cruz pink /Photo: Ricardo Montero

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz

The toborochi in bloom, a symbol that paints Santa Cruz pink

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz /Foto: Ricardo Montero

The toborochi in bloom, a symbol that paints Santa Cruz pink /Photo: Ricardo Montero

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz /Foto: Ricardo Montero

The toborochi in bloom, a symbol that paints Santa Cruz pink /Photo: Ricardo Montero

Santa Cruz de la Sierra

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz

The toborochi in bloom, a symbol that paints Santa Cruz pink

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz /Foto: Ricardo Montero

The toborochi in bloom, a symbol that paints Santa Cruz pink /Photo: Ricardo Montero

Beyond its aesthetic value, the toborochi plays a vital role in urban biodiversity. Its flowers serve as a food source for birds, bees, and other pollinators at a time when food is scarcest: during the dry season. Its fruits are also edible for both wildlife and humans.

“The seed is wrapped in a light fiber similar to cotton, which allows it to fly away from the mother tree. However, if it touches the ground and doesn’t germinate quickly, it loses viability,” the researcher notes.

With canopies reaching up to 12 meters in diameter and heights over 30 meters, the toborochi requires large spaces to grow. That’s why it should be planted in parks and open areas. “With proper care, it can bloom within three years. By the fifth year, it becomes a full visual spectacle,” says Vicente. Seedlings are easily found in local nurseries.

In the city of Santa Cruz, one of the oldest specimens stands in Ñuflo de Chávez Square, also known as Cemetery Square. According to the Environmental Information Network, this tree is at least 95 years old and was likely planted between 1911 and 1917 by naturalist Benjamín Burela.

A call for appreciation and conservation

Despite its majesty, the toborochi faces challenges. It is estimated that only 20% of its flowers manage to bear fruit, impacted by wind and sudden temperature changes. That’s why Mónica Vicente issues a call to citizens: “We must value our native species. Taking a moment to look at a blooming toborochi may seem simple, but it’s an act of connection with life and with our roots.”

The toborochi has transcended the botanical and ecological realms to become a Bolivian cultural symbol. It appears on the 20-boliviano bill and is present in myths and legends, such as the Guaraní story of Araverá, the woman who escaped evil spirits by hiding inside a toborochi trunk. From there, the legend says, she still emerges in the form of a flower to be visited by hummingbirds.

Thus, each toborochi flower not only beautifies the city: it also reminds us of the urgent need to protect what gives us shade, oxygen, beauty, and memory.

Por Kelin Mollo, El Deber:

[Si quiere escuchar el resumen, use este link, gracias]

Toborochis en flor /Foto: Ricardo Montero

Durante décadas, todos los toborochis de la región fueron catalogados como Ceiba speciosa, originaria de Argentina; sin embargo, una investigación publicada en 2024 por el Museo de Historia Natural, cambió la narrativa botánica. Los investigadores James Arnold Drawer, Juan Carlos Catari y Alejandro Angulo identificaron que el árbol más común en Santa Cruz es en realidad una nueva especie: la Ceiba camba

Cada año, entre mayo y junio, Santa Cruz de la Sierra se transforma. Las calles, plazas y parques se tiñen de rosa gracias al esplendor del toborochi, un árbol cuya floración anuncia la llegada del invierno y despierta la admiración de propios y extraños. Más que un espectáculo natural, el toborochi (Ceiba speciosa) se ha consolidado como un símbolo cultural, ecológico y científico del oriente boliviano.

El toborochi es una especie que habita en climas secos, y su característica pancita le permite almacenar agua para sobrevivir a la sequía”, explica Mónica Vicente Calani, docente investigadora de Ingeniería Forestal en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM). “Lo más interesante es que florece cuando la mayoría de los árboles pierden sus hojas. Es como si nos avisara que se viene la estación seca”.

La Ceiba camba: una nueva especie cruceña

Durante décadas, todos los toborochis de la región fueron catalogados como Ceiba speciosa, originaria de Argentina; sin embargo, una investigación publicada en 2024 por el Museo de Historia Natural, cambió la narrativa botánica. Los investigadores James Arnold Drawer, Juan Carlos Catari y Alejandro Angulo identificaron que el árbol más común en Santa Cruz es en realidad una nueva especie: la Ceiba camba, la primera en llevar oficialmente el nombre “camba” en el reino vegetal.

Entre sus características distintivas están el color de sus flores (rosado con base amarilla), sus hojas de borde entero y pecíolos cortos y alados.

El toborochi florece en el momento en que otros árboles pierden sus hojas. Su flor solitaria y hermafrodita, de pétalos grandes y generalmente cinco, aparece como un anuncio de resiliencia”, explica Vicente. “Cuando el árbol vive en condiciones de estrés hídrico, desarrolla más su característica pancita. En cambio, cuando tiene buen acceso al agua, crece en altura y su tronco es más delgado”.

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz /Foto: Ricardo Montero

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz /Foto: Ricardo Montero

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz /Foto: Ricardo Montero

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz /Foto: Ricardo Montero

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz /Foto: Ricardo Montero

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz /Foto: Ricardo Montero

Santa Cruz de la Sierra

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz /Foto: Ricardo Montero

El toborochi florece: un símbolo que pinta de rosa a Santa Cruz /Foto: Ricardo Montero

Más allá de su valor estético, el toborochi cumple un papel vital en la biodiversidad urbana. Sus flores son fuente de alimento para aves, abejas y otros polinizadores justo cuando más escasea el alimento: durante la estación seca. Además, sus frutos son comestibles tanto para la fauna como para los humanos.

“La semilla está envuelta en una fibra ligera, parecida al algodón, que le permite volar y alejarse del árbol madre. Sin embargo, si toca el suelo y no germina rápidamente, pierde viabilidad”, señala la investigadora.

Con copas de hasta 12 metros de diámetro y alturas que superan los 30 metros, el toborochi requiere amplios espacios para crecer. Por eso, su plantación debe reservarse para parques y áreas abiertas. “Con los cuidados adecuados, puede florecer a los tres años. A los cinco, ya se convierte en un espectáculo visual completo”, asegura Vicente. Los plantines se pueden conseguir fácilmente en viveros de la región.

En la capital cruceña, uno de los ejemplares más antiguos se encuentra en la plazuela Ñuflo de Chávez, también conocida como la plazuela del Cementerio. Según la Red Ambiental de Información, este árbol tiene al menos 95 años y fue probablemente plantado entre 1911 y 1917 por el naturalista Benjamín Burela.

Un llamado a la valoración y conservación

Pese a su majestuosidad, el toborochi enfrenta desafíos. Se estima que solo el 20% de sus flores llega a fructificar, afectadas por el viento y los bruscos cambios de temperatura. Por eso, Mónica Vicente hace un llamado a la ciudadanía: “Debemos valorar nuestras especies nativas. Tomarnos un momento para mirar un toborochi florecido puede parecer simple, pero es un acto de conexión con la vida y con nuestras raíces”.

El toborochi ha trascendido el plano botánico y ecológico para convertirse en un símbolo cultural boliviano. Aparece en el billete de 20 bolivianos y está presente en mitos y leyendas, como la historia guaraní de Araverá, la mujer que escapó de los espíritus del mal refugiándose dentro del tronco de un toborochi. De allí, cuenta la leyenda, aún asoma convertida en flor para ser visitada por los colibríes.

Así, cada flor de toborochi no solo embellece la ciudad: también recuerda la urgencia de proteger lo que nos da sombra, oxígeno, belleza y memoria.

https://www.eldeber.com.bo/santa-cruz/el-toborochi-en-flor-un-simbolo-que-pinta-de-rosa-santa-cruz_515706/

Leave a comment