Editorial, El Diario:
When political crises erupted in some underdeveloped countries, groups of individuals took advantage of the situation to seize power and announce socialist programs—according to them, the only way to solve existing problems. But in reality, their intention was to remain in power for as long as possible to enjoy its benefits and have at their disposal the resources of the State treasury, placed at their service.
Among the first with such intentions was the “military socialism” of 1937, implemented after the Chaco War. However, when that government did nothing remotely socialist, it was ousted from power after just nine chaotic months.
What stood out most in almost all these absurd political experiments was that, despite visibly capitalist practices, those governments claimed to have socialist plans. They announced they would “industrialize” the country to lead it to the “socialist paradise” and, in the meantime, would apply “state capitalism” (through public enterprises) as a way to gain popular support. But they never succeeded—only discrediting that ideology, and especially everything labeled as leftist, a label often used to disguise right-wing agendas.
State capitalism, in this context, is a tool of semi-capitalist countries, which never carried out their own democratic revolutions and thus never established a distinct mode of production. In such countries, the State plays a direct role in the economy in various ways. Indeed, state capitalism is sometimes presented as a socialist model—an offer to gain supporters through demagoguery.
Under this approach, the State becomes the owner of companies, businesses, railways, land, forests, factories, industries, and more. These are not socialist state enterprises, but capitalist state enterprises, even though they are branded as “21st-century socialism” or presented as a MAS party initiative—claims that are mere sophistry.
On previous occasions, the populist State undertook such plans, but they ended in complete failure. Nevertheless, the MAS government persisted with that failed project, under the guise of modern socialism. Through this ownership model—by the ruling caste that controls political power—comes the “nationalization” of private companies, which are driven into bankruptcy and closure. These state-owned companies maintain outdated production models: for instance, a feudal tenant-labor system, reliance on imported raw materials, and lack of a domestic consumer market. As a rule, those who run these state companies are appointed by the government and receive high salaries and compensation or severance payments.
Trade union organization is also banned in these state companies. Workers are forced into overtime, used as shock troops against those demanding social improvements, stripped of their right to speak out, and denied access to free information. The nation is being destroyed by the annihilation of its productive forces, to say the least about these “white elephants.”
Editorial, El Diario:
Cuando la crisis política apareció en algunos países atrasados, grupos de personajes aprovecharon las circunstancias para llegar al gobierno y anunciar programas socialistas, única forma de resolver problemas, según ellos. Pero en realidad querían mantenerse en el poder para gozar de sus delicias, por el mayor tiempo posible y disponer a su voluntad de los recursos de las arcas del Estado, puestos a su servicio.
Entre ellos, uno de los primeros con esas intenciones fue el “socialismo militar” de 1937, aplicado después de la Guerra del Chaco. Sin embargo, cuando ese gobierno nada hizo de socialismo, fue aventado del poder, a los nueve meses de su caótica existencia.
Lo más notable fue que en casi todos esos absurdos experimentos políticos, esos gobiernos tenían planes socialistas y, pese a que era visible su carácter capitalista, anunciaron que iban a “industrializar” al país para llevarnos al “paraíso socialista” y entretanto, iban a aplicar el “capitalismo de Estado” (con empresas públicas)”, como forma de lograr apoyo de la ciudadanía, Pero nunca lo consiguieron, solo causaron el desprestigio de esa ideología y, en especial, de todo lo que era de izquierda, título con el que se disfraza la derecha.
Con relación al “capitalismo del Estado”, es un recurso de países semicapitalistas, pues no pudieron realizar su propia revolución democrática y, por tanto, no establecieron una distinta forma de producción. En estos países, el Estado tiene diversas formas de participación directa en la economía del país. En efecto, al capitalismo de Estado algunas veces se lo presenta como modelo socialista, como oferta para ganar adeptos con demagogia.
En esa forma, el Estado se convierte en propietario de empresas, negocios, ferrocarriles, tierras, bosques, fábricas, industrias y otros. No se trata, por ende, de empresas socialistas del Estado, sino de empresas capitalistas de Estado, aunque afirman que se trata de “socialismo del Siglo XIX” o que se trata de una oferta del MAS, lo cual es un sofisma.
En pasadas oportunidades el Estado populista emprendió esos planes, pero su fracaso fue rotundo. Sin embargo, el gobierno del MAS, insistió con ese proyecto fallido, bajo la figura de socialismo moderno. Por esa forma de propiedad de la casta gobernante y dueña del poder político del Estado, surge la “nacionalización” de empresas privadas, a las que conducen la quiebra y el cierre. En estas empresas estatales sigue la vieja forma de producción, por ejemplo, el sistema de trabajo de colonato feudal, importar materia prima y no tener mercado de consumo propio. Por regla general, quienes dirigen esas empresas del Estado son nominados por el gobierno, que les paga altos salarios y compensaciones o indemnizaciones.
También en empresas estatales se prohíbe la organización sindical, se obliga a servicios extraordinarios, se utiliza personal como fuerza de choque contra quienes demandan mejoras sociales, se les quita el derecho de opinión y se recorta la libertad de información. La nación es destruida por la aniquilación de sus fuerzas productivas, por decir lo menos de estos “elefantes blancos”.
https://www.eldiario.net/portal/2025/04/07/capitalismo-de-estado-engano-y-fracaso/
