Editorial, El Deber:
Bolivia is at a crucial moment, besieged by a deep economic crisis that is aggravated by recent political instability. A discouraging panorama that contrasts with the economic boom of the last decade, when the country experienced an “economic miracle” with annual growth of more than 4% and a notable reduction in poverty.
The change of direction has been abrupt. The drop in gas production and fuel subsidies deal a hard blow to the Bolivian economy, plunging it into an abyss from which it has not yet been able to emerge. President Luis Arce, who was Minister of Economy during the Evo Morales government, now faces the challenge of overcoming a shortage of foreign currency that has led credit rating agencies to downgrade the country’s debt.
The situation is further complicated by the tense relationship between Arce and Morales, once inseparable allies. This political struggle has diverted attention from efforts that should be focused on addressing the economic crisis. Arce’s efforts to obtain financing through public debt have been systematically frustrated by Morales’ allies in the Legislature, further hampering the chances of recovery.
In this context of uncertainty, the failed military assault on June 26 has had an immediate impact on the Bolivian informal exchange market. The price of the US dollar and the euro experienced a rebound in the ‘black market’, reflecting the distrust and fear of economic agents due to the escalation of political tension.
The merchants consulted express their concern, preferring to buy dollars rather than sell them due to the possibility that the price continues to rise. This erratic behavior of the informal exchange market not only affects the internal economy, but also generates repercussions internationally.
According to global investment bank BancTrust & Co., the failed coup attempt could further aggravate Bolivia’s precarious economic situation, amplifying the foreign currency shortage the country already faces. The political and social crisis unleashed by this event adds to the structural economic problems that afflict the nation, such as the reduction in income from gas exports and climate problems that have made basic products more expensive.
Faced with this discouraging panorama, President Arce’s economic management is seriously compromised. Political instability and mistrust in the business sector make it difficult to implement effective measures to contain the crisis and return to the path of growth. The economic prospects for Bolivia in the short and medium term look bleak, with an uncertain outlook that requires urgent and consensual solutions to avoid further deterioration of the situation.
It is imperative that the Bolivian Government, together with all social and political sectors, join together in a joint effort to overcome this critical juncture. The search for lasting and sustainable solutions requires an open and constructive dialogue that prioritizes the well-being of the Bolivian people and the economic development of the country. Only through unity and cooperation will it be possible to weather the current storms and build a more prosperous future for Bolivia.
Editorial, El Deber:
Bolivia se encuentra en un momento crucial, asediada por una profunda crisis económica que se ve agravada por la reciente inestabilidad política. Un panorama desalentador que contrasta con la bonanza económica de la década pasada, cuando el país experimentó un “milagro económico” con un crecimiento anual superior al 4% y una notable reducción de la pobreza.
El golpe de timón ha sido abrupto. La caída en la producción de gas y el subsidio a los combustibles asestan un duro golpe a la economía boliviana, precipitándola a un abismo del que aún no logra salir. El presidente Luis Arce, quien fuera ministro de Economía durante el gobierno de Evo Morales, enfrenta ahora el desafío de sortear una escasez de divisas que ha llevado a las agencias de calificación crediticia a rebajar la deuda del país.
La situación se complica aún más por la tensa relación entre Arce y Morales, otrora aliados inseparables. Esta pugna política ha desviado la atención de los esfuerzos que deberían enfocarse en abordar la crisis económica. Las iniciativas de Arce para obtener financiamiento a través de deuda pública se han visto sistemáticamente frustradas por los aliados de Morales en el Legislativo, obstaculizando aún más las posibilidades de recuperación.
En este contexto de incertidumbre, el fallido asalto militar del pasado 26 de junio ha tenido un impacto inmediato en el mercado cambiario informal boliviano. La cotización del dólar estadounidense y del euro experimentaron un repunte en el ‘mercado negro’, reflejando la desconfianza y el temor de los agentes económicos ante la escalada de la tensión política.
Los comerciantes consultados expresan su preocupación, prefiriendo comprar dólares antes que venderlos ante la posibilidad de que la cotización continúe subiendo. Este comportamiento errático del mercado cambiario informal no solo afecta a la economía interna, sino que también genera repercusiones a nivel internacional.
Según el banco de inversión global BancTrust & Co., el fallido intento de golpe de Estado podría agravar aún más la precaria situación económica de Bolivia, amplificando la escasez de divisas que ya enfrenta el país. La crisis política y social desatada por este evento se suma a los problemas económicos estructurales que aquejan a la nación, como la reducción de ingresos por exportaciones de gas y los problemas climáticos que han encarecido los productos básicos.
Ante este panorama desalentador, la gestión económica del presidente Arce se ve seriamente comprometida. La inestabilidad política y la desconfianza en el sector empresarial dificultan la implementación de medidas efectivas para contener la crisis y retomar la senda del crecimiento. Las perspectivas económicas para Bolivia en el corto y mediano plazo se vislumbran sombrías, con un panorama incierto que exige soluciones urgentes y consensuadas para evitar un mayor deterioro de la situación.
Es imperativo que el Gobierno boliviano, junto a todos los sectores sociales y políticos, se unan en un esfuerzo conjunto para superar esta coyuntura crítica. La búsqueda de soluciones duraderas y sostenibles requiere de un diálogo abierto y constructivo que priorice el bienestar del pueblo boliviano y el desarrollo económico del país. Solo a través de la unidad y la cooperación será posible sortear las tormentas actuales y construir un futuro más próspero para Bolivia.
