Census in pre-election year? | ¿Censo en año preelectoral?

Finally, it was established that the government authorities, and particularly the National Institute of Statistics (INE), were lying to the country when they said that the process for carrying out the Population and Housing Census in November of this year was on wheels, that the census ballot was almost finished and that there would be no problems with mapping, among other aspects.

Finally, the government admitted the failure of the census process and, after a request from the National Council of Autonomies, decided to postpone it for the year 2024, but it seems that time has gotten out of hand.

When the regions and opinion leaders warned about the delays in the programming of the census, they bet on its deferral for a few months to guarantee that all the stages were fulfilled and, above all, they asked that the process be carried out with transparency and with the participation of all the actors involved in the process, such as governments, municipalities and others, and not in the most absolute secrecy as it was being carried out.

However, the government decides to kick the board and defer the census for the pre-election year of 2024, which suggests that conditions will be worse than the current ones.

The Council of Autonomies, in its request for postponement, uses arguments such as Covid-19, the need to socialize the census ballot, the incorporation of native languages, the need to have statistical mapping in coordination with the autonomous municipal governments and indigenous and original, the climatic conditions that generate the inaccessibility of roads and internal migration during the harvest season, which would affect the census process.

However, if at this juncture, of apparent political and social stability, it was not possible to advance with a concerted process, it will be even less possible to achieve that in a year of political friction, when the candidacies are being defined and the board is being accommodated towards the 2025 general election.

On the other hand, throwing out the census for 2024 is a way for the Luis Arce government to get rid of the problem, because the results may take at least a year to be known, which means that the long-awaited fiscal pact, the redistribution of resources and the debate on parliamentary seats will not happen in the current government. Or does anyone believe that such sensitive, controversial and central aspects can be changed that year, in the middle of the electoral campaign?

The MAS government has been characterized by its centralism and its refusal to discuss budget allocations with the regions, while it has been very restrained in handing over new powers to the municipalities, so it is not unreasonable to think that postponing for so long has the objective of preserving this state of affairs.

The Government has made the most progress in obtaining resources to finance the census. On the one hand, it obtained a loan from Fonplata for 40 million dollars and another from the IDB to carry out statistics and censuses for 100 million dollars, of which 26 million dollars would be used to carry out the November 2022 process. What will happen to those resources now that the census has been deferred for so long? Transparency is expected to prevail in the management of these
money.

Transparency is precisely what the INE lacked in the preparations for the census, to the point that along the way the director of the institution, Humberto Arandia, resigned, and a day later the Minister of Planning, Gabriela Mendoza, who was the head of the sector. Alleged illnesses and alleged personal reasons were used as the grounds for these resignations, but it is now known that the organization of the census was in crisis.

The waters will not remain calm after the government announcement, so the authorities should start designing some agreement strategy to avoid further tensions in the country’s social environment.

Finalmente quedó establecido que las autoridades del gobierno y, particularmente del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), le estaban mintiendo al país cuando decían que el proceso para la realización del Censo de Población y Vivienda en noviembre de este año estaba sobre ruedas, que la boleta censal estaba casi terminada y que no habría problemas con la cartografía, entre otros aspectos.

Finalmente, el gobierno admitió el fracaso del proceso censal y, tras un pedido del Consejo Nacional de Autonomías, decidió postergarlo para el año 2024, pero tal parece que se les fue la mano con el tiempo.

Cuando las regiones y líderes de opinión advertían sobre los retrasos en la programación del censo apostaban a su diferimiento por unos pocos meses para garantizar que todas las etapas fueran cumplidas y, sobre todo, pedían que el proceso se desarrollara con transparencia y con participación de todos los actores involucrados en el proceso, como gobernaciones, municipios y otros, y no en el más absoluto secretismo como se estaba llevando adelante.

Sin embargo, el gobierno decide patear el tablero y diferir el censo para el año preelectoral de 2024, lo que hace suponer que las condiciones serán peores que las actuales.

El Consejo de Autonomías, en su pedido de postergación, esgrime argumentos como el Covid-19, la necesidad de socialización de la boleta censal, la incorporación de idiomas originarios, la necesidad de contar con una cartografía estadística en coordinación con los gobiernos autónomos municipales e indígenas y originarios, las condiciones climáticas que generan la inaccesibilidad caminera y la migración interna por temporada de zafra, que afectarían el proceso censal.

Sin embargo, si en esta coyuntura, de aparente estabilidad política y social, no fue posible avanzar con un proceso concertado, menos se podrá lograr aquello en un año de fricciones políticas, cuando se estén definiendo las candidaturas y se esté acomodando el tablero rumbo a las elecciones generales de 2025.

Por otro lado, tirar el censo para el 2024 es una forma del gobierno de Luis Arce de deshacerse del problema, porque los resultados pueden tardar en darse a conocer mínimamente un año, lo que significa que el ansiado pacto fiscal, la redistribución de recursos y el debate sobre los escaños parlamentarios no sucederán en el actual gobierno. O ¿alguien cree que se puede cambiar aspectos tan sensibles, polémicos y centrales ese año, en plena campaña electoral?

El gobierno del MAS se ha caracterizado por su centralismo y su negativa a debatir las asignaciones presupuestarias con las regiones, mientras que ha sido muy comedido en entregar nuevas competencias a los municipios, por lo que no es descabellado pensar que la postergación por tanto tiempo tiene el objetivo de preservar este estado de cosas.

En lo que más a avanzado el Gobierno es en la obtención de recursos para financiar el censo. Por un lado, obtuvo un crédito de Fonplata por 40 millones de dólares y otro del BID para la realización de estadísticas y censos por 100 millones de dólares, de los cuales, 26 millones de dólares se destinarían a la realización del proceso de noviembre de 2022. ¿Qué ocurrirá con esos recursos ahora que el censo ha quedado diferido por tanto tiempo? Se espera que la transparencia prime en el manejo de estos fondos.

Justamente, transparencia es lo que le faltó al INE en los preparativos del censo, a tal punto que en el camino renunció el director de la institución, Humberto Arandia, y un día después fue relevada del cargo la ministra de Planificación, Gabriela Mendoza, que era la cabeza del sector. Supuestas enfermedades y presuntos motivos personales se manejaron como los argumentos de estas dimisiones, pero ahora se sabe que la organización del censo estaba en crisis.

Las aguas no se quedarán tranquilas luego del anuncio gubernamental, por lo que las autoridades deberían ir diseñando alguna estrategia de concertación para evitar mayores crispaciones del ambiente social del país.

https://www.paginasiete.bo/opinion/editorial/censo-en-ano-preelectoral-BD3151636