By Sayuri Loza, Eju,tv:
Mamani sleeps (…) meanwhile other Mamanis have to find a way to stretch the money that no longer suffices
Remedios Loza (+) and MAS deputy Zulay Mamani (right). / Photo: Sayuri Loza
When my mother ran for a congressional seat in 1989, she took her post very seriously because she had a triple challenge to prove herself: as a woman, as an Aymara, and as someone who wore polleras. Never before had a woman of her condition occupied a parliamentary seat.
When she won, her detractors said that this chola, who had barely completed primary school, would not be capable of being a legislator. Instead of playing the victim and whining, my mother decided to silence them through her actions. Every day she read all the newspapers to stay up to date with the country, analyzed every law sent by the executive, and when she became president of the Women’s Committee, she opened the office to all women and assisted them with lawyers paid out of her own pocket.
Today, more than 30 years later, Zulay Mamani has nothing to prove—except enjoying the sweet perks of power. Her pollera meant nothing more than an advantage at election time, because MAS likes to appear diverse, and a “cholita” deputy serves that discourse. That said, she has to be submissive; perhaps that is why it doesn’t bother them that she is so sleepy.
Mamani sleeps, and when they wake her up she smiles somewhat embarrassed. She knows how to lie like other politicians, she denies like the rest. Meanwhile, other Mamanis have to find a way to stretch the money that no longer suffices, while new ones promise they will be different, and still others lump them in the same basket as Zulay, saying that the colla is like that: lazy and corrupt (Tongo must be very colla).
It will be very difficult to get out of the economic crisis, but it will be even harder to get out of the moral crisis.
Por Sayuri Loza, Eju,tv:
Mamani duerme (…) mientras tanto otros Mamanis, tienen que buscar un modo de estirar la plata que ya no alcanza
Remedios Loza (+) y la diputada masista Zulay Mamani (der.). / Foto: Sayuri Loza
Cuando mamá candidateó por el curul de diputada en 1989, se tomó muy en serio su cargo porque tenía mucho que demostrar por triple partida: como mujer, como aymara y como alguien que vestía polleras, nunca antes una mujer de su condición había ocupado un curul parlamentario.
Cuando ganó, sus detractores decían que aquella chola, que apenas había cursado la primaria, no tendría la capacidad de ser legisladora, en lugar de victimizarse y lloriquear, mamá decidió cerrarles la boca con sus acciones. Todos los días leía todos los periódicos para estar al tanto del país, analizaba cada ley que mandaba el ejecutivo y cuando fue presidente de la comisión de la mujer, abrió la oficina a todas las mujeres y las atendió con abogados pagados de su bolsillo.
Hoy, más de 30 años después, Zulay Mamani no tiene nada que probar, excepto las mieles del poder, su pollera no le significó otra cosa que un plus a la hora de candidatear, porque al MAS le gusta aparentar que es diverso, y una «cholita» diputada les sirve para el discurso, eso sí, tiene que ser sumisa, tal vez por eso no les molesta que sea dormilona.
Mamani duerme y cuando la despiertan sonríe algo avergonzada, sabe mentir como otros políticos, niega como niegan los demás, mientras tanto otros Mamanis, tienen que buscar un modo de estirar la plata que ya no alcanza, al mismo tiempo que otros nuevos les prometen que serán diferentes y algunos otros les meten en el mismo saco que a Zulay, diciendo que el colla es así, flojo y corrupto (el Tongo será muy colla).
Va a ser muy difícil salir de la crisis económica, pero va a ser todavía más difícil salir de la crisis moral.
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