By Renzo Abruzzese, Brujula Digital:
Glory or Disgrace
After nearly 20 years in power, it is clear that the political prospects of MAS have been exhausted. Adding to this is the fact that their economic model has failed spectacularly, and from a social perception standpoint, MAS’s time in power marked one of the darkest periods in the nation’s history across all dimensions of the sociopolitical, economic, moral, ethical, and cultural spectrum. Put linearly, we are living through the worst political experiment in the entire republican history of Bolivia.
At their peak, they presented themselves as “the moral reserve of humanity.” From such a high pedestal, they have fallen so low that redemption seems nearly impossible. Their discredit is proportional to the incredible moral pretensions they held in their early days. For this reason, their only remaining option to stay in power is through force. This particular configuration has transformed elections into a struggle between good and evil or, in modern political terms, democracy versus dictatorship.
Thus, the opposition faces a challenge that goes far beyond mere politics. It is clear that the only valid option is to defeat MAS; losing the elections and enabling another MAS mandate would not only mean the worst possible demise for the political class but also the consolidation of a far-reaching dictatorial project. In such a scenario, neither they nor their children would be able to act democratically. In other words, if the opposition fails to unite and defeat MAS, it will go down in history as the most dreadful defeat of democratic sentiment, and its leaders will be remembered as the most abominable traitors in the nation’s history.
This harsh judgment is founded on the certainty that never—since MAS came to power in 2005—have the opposition forces had a clearer and more straightforward opportunity to defeat them. So clear that it only requires unity and democratic political will. If they fail to do so, it will be because selfish interests prevailed over any truly patriotic and democratic option. If this happens, we will have to remember them as the worst generation of the past centuries, one that could not even measure up to the generation that fought for democracy or the centennial generation at the dawn of the 20th century.
We are, therefore, at a moment when the nation’s destiny and the legacy of a generation are at stake in an electoral process surrounded by uncertainties, fears, and threats from the darkest forces in the nation’s history.
Por Renzo Abruzzese, Brújula Digital:
Gloria o desgracia
Después de casi 20 años de gobierno está claro que las posibilidades políticas del MAS se han agotado. Se suma a esto que el propio modelo económico ha fracasado de forma estrepitosa y desde el punto de vista de la percepción social el paso del MAS por el poder marcó uno de los momentos de la historia nacional más oscuros en todas las dimensiones del espectro sociopolítico, económico, moral ético y cultural. Para ponerlo de forma lineal, vivimos el peor experimento político de toda la historia republicana.
En su mejor momento se presentaron como “la reserva moral de la humanidad”, de un sitial tan alto cayeron tan bajo que es ya muy difícil redimirse. Su desprestigio es proporcional a sus increíbles pretensiones morales de los primeros días, por eso para quedarse solo les queda la fuerza como dispositivo de permanencia. Esta particular configuración ha hecho que las elecciones se transformen en una disputa entre el bien y el mal, o lo que es lo mismo en el lenguaje político moderno; entre la democracia vs la dictadura.
De manera que la oposición tiene un desafío que va mucho más allá de lo meramente político, y además, está claro que la única opción válida es ganarle; perder las elecciones y viabilizar un nuevo mandato masista no solo supone la peor manera de perecer como clase política, sino, la consolidación de un proyecto dictatorial de largo alcance en el que, ni ellos ni sus hijos podrán actuar democráticamente, es decir, si la oposición no logra unirse y vencer al MAS, pasará a la historia como la derrota más espantosa del sentimiento democrático, y sus protagonistas como los traidores más abominables de la historia nacional.
Este terrible juicio de valor se fundamenta en la certeza de que nunca –desde la asunción del MAS al poder en el 2005– las fuerzas de oposición tuvieron una posibilidad más clara y expedita de ganarle. Tan clara que solo se requiere unión y voluntad política democrática, si no lo hacen ha de ser porque primaron intereses mezquinos por encima de cualquier otra opción verdaderamente patriótica y democrática, y si esto sucede, tendremos que recordarlos como la peor generación de los últimos siglos, esa que no llegó a los talones a la generación de la democracia y ni siquiera a la suela del zapato de la generación del centenario, allá en los albores del siglo XX.
Vivimos pues un momento en que de verdad el destino de la nación y el legado de una generación se juegan en un proceso eleccionario rodeado de incertidumbres, temores y amenazas de las fuerzas más oscuras de la historia nacional.

