Editorial, El País:
With over 5,000 fossils from the Cenozoic Era discovered, the region could become a scientific and tourist hub, but it lacks a comprehensive strategy.
Tarija is not just synonymous with wine and green landscapes. Beneath its soil lie petrified bones that tell the story of a lost world: mastodons, glyptodonts, and saber-toothed tigers that inhabited these lands millions of years ago. Despite their scientific and cultural value, this heritage lies dormant in poorly lit display cases or storage drawers, with no real projection. The inevitable question arises: why are we unable to turn this wealth into development?
The numbers don’t lie. According to the Bolivian Paleontology Society, Tarija holds 40% of the country’s Cenozoic fossils, many of them unique in the world. The Mesotherium, a prehistoric mammal, even inspired international studies on evolution. But while Argentina’s Dinosaur Route generates millions annually, there still isn’t a signposted tourist circuit here.
The Tarija Valley is home to remains of unique megafauna, such as the Toxodon tarijensis, a prehistoric giant that existed only here.
The problem is multifaceted. Infrastructure is precarious: the Paleontological Museum of Tarija lacks interactive technology or specialized guides; there’s no promotion: there are no mass campaigns linking fossils to Tarija’s identity; and an underlying historical lack of coordination: universities, the departmental government, and local communities are not working from a shared roadmap.
From this newspaper, we believe it’s time to stop viewing these fossils as mere academic curiosities. They are economic and cultural assets. Examples like the Paleontological Museum of Cochabamba, which tripled its visits with virtual reality, show that change is possible.
Several experts and enthusiasts have suggested some measures such as:
Implementing a Tarija Pleistocene Museum as a modern space, with full-scale replicas and workshops for children, funded through public-private partnerships.
Creating a Megafauna Route that connects discovery sites like Tolomosa or La Victoria with wine tourism, leveraging the “Tarija” brand.
Promoting an annual paleontological festival with expert talks, prehistoric games, and megafauna-inspired cuisine.
Or developing an interactive app that lets users “hunt virtual fossils” around the city, linking them with QR codes at strategic points.
Tarija has the raw material to become a benchmark. What’s missing is the will to dig beyond the earth—into the collective imagination. The next great extinction shouldn’t be that of our own potential.
Editorial, El País:
Con más de 5,000 fósiles de la Era Cenozoica descubiertos, la región podría convertirse en un polo científico y turístico, pero falta una estrategia integral.
Tarija no es solo sinónimo de vinos y paisajes verdes. Bajo sus suelos yacen huesos petrificados que cuentan la historia de un mundo perdido: mastodontes, gliptodontes y tigres dientes de sable que habitaron estas tierras hace millones de años. Pese a su valor científico y cultural, este patrimonio duerme en vitrinas mal iluminadas o en cajones de almacén, sin proyección real. La pregunta es inevitable: por qué no somos capaces de convertir esta riqueza en desarrollo.
Los números no mienten. Según la Sociedad Boliviana de Paleontología, Tarija concentra el 40% de los fósiles cenozoicos del país, muchos de ellos únicos en el mundo. El Mesotherium, un mamífero prehistórico, incluso inspiró estudios internacionales sobre evolución. Pero mientras en Argentina la Ruta de los Dinosaurios genera millones anuales, aquí todavía no existe un circuito turístico señalizado.
El Valle de Tarija alberga restos de megafauna única, como el Toxodon tarijensis, un gigante prehistórico que solo existió aquí.
El problema es multifactorial. La infraestructura es precaria: El Museo Paleontológico de Tarija carece de tecnología interactiva o guías especializados; Falta de difusión: No hay campañas masivas que vinculen los fósiles con la identidad tarijeña; y subyace una histórica descoordinación: Las universidades, el gobierno departamental y las comunidades no trabajan en una hoja de ruta común.
Desde este diario creemos que es hora de dejar de ver estos fósiles como meras curiosidades académicas. Son activos económicos y culturales. Ejemplos como el Museo Paleontológico de Cochabamba, que triplicó sus visitas con realidad virtual, demuestran que el cambio es posible.
Varios expertos y aficionados vienen sugiriendo algunas medidas como:
Implementar un Museo del Pleistoceno tarijeño que sea un espacio moderno, con réplicas a escala real y talleres para niños, financiado con alianzas público-privadas.
Habilitar una Ruta de la Megafauna integrando sitios de hallazgos, como Tolomosa o La Victoria, con enoturismo, aprovechando la marca “Tarija”.
Impulsar un Festival anual paleontológico con charlas de expertos, juegos prehistóricos y gastronomía inspirada en la megafauna.
O desarrollar una App interactiva que permita “cazar fósiles virtuales” en la ciudad, vinculándolos con códigos QR en puntos estratégicos.
Tarija tiene la materia prima para ser un referente. Solo falta la voluntad de excavar más allá de la tierra, en la imaginación colectiva. La próxima gran extinción no debería ser la de nuestro propio potencial.
https://elpais.bo/editorial/20250628_tarija-la-pompeya-paleontologica-de-sudamerica.html
