Editorial, El Deber:
Corruption and impunity
Corruption and impunity are two words that describe this dirty moment in politics. The plot of ghost items exploded in the municipality of Santa Cruz de la Sierra, but it quickly splashed other State institutions that work with public money, the one that Bolivians trust their authorities and that now is seen to have mismanagement in many entities, so much so that more than isolated events they seem like a mechanism applied by bureaucrats with expertise in the matter.
The plot is only the beginning and it jumped in Santa Cruz, but it could have jumped in other regions, because corruption is institutionalized in the country, unlike so many entities that should have a responsible management, precisely to control the powerful.
Behind the management of public affairs there is a scheme of corruption. In the case of Santa Cruz de la Sierra, the items were used as a bargaining chip; it is no longer known whether there are 800 or thousands that were exchanged in the political pacts in exchange for favors, endorsements or silence and non-oversight.
But there are also reports of extortion of merchants and of “work” with some nightclubs, among other irregular events. Only in this way could it be explained, for example, that, despite sanitary restrictions, there are bars that do not respect capacity or operating hours.
The issue arose from a family quarrel, a particular scandal that ended up exposing the largest corrupt plot in the history of Santa Cruz. It had to be that way, because no one investigates: the Council was silenced (one of the defendants said that the former president, in the administration of Angélica Sosa, received a vehicle as a gift; it is known from other councilors that they were looking for the former head of human resources to give him lists and find jobs, anyway; the vigilance committee did not monitor anything, its members are accused of receiving a salary without working, the Comptroller’s Office does not exist, except to exert functional political pressure on the MAS.
In the investigations, the political agreements based on jobs were jumped because there is no institutionalization of the positions, because the appointments do not have to do with professional or technical merits but with political servility.
Who can cast the first stone? Jhonny Fernández has been mentioned by the same former mayor Angélica Sosa, who revealed that the current mayor had a political agreement with Percy Fernández in exchange for jobs. The councilors of the MAS of the past administration did not control, on the contrary, they endorsed and supported. Did they do it for nothing? And was Angélica Sosa and Percy Fernández’s support for Evo Morales gratuitous and out of conviction? Many explanations are needed. Representatives from Creemos have also been mentioned, who supposedly received items to hire people to campaign on their behalf. A denial is no longer enough, now everything is under suspicion, because the political class is under a shadow of doubts, while what defines its fate is a stained and manipulated justice.
While the party power benefited in the shadows with millions of Bolivians money, there were people dying for lack of medicines, of attention from enough doctors and nurses; health personnel wearing paper biosecurity suits, supposedly because there was no money to provide them with real work clothes that protect them from the covid. How many died? The people were assumed as a useful fool: only to cast the vote, because afterwards their interests did not matter.
This must be a turning point. A behavioral revolution is needed and it is urgent that there be an end to so much impunity. Nobody seems to be saved. The scandal began in the municipality of Santa Cruz de la Sierra, but its scope is unsuspected and entities that depend on the national and departmental government are already been reached. Nobody can throw the first stone.
Corrupción e impunidad
Corrupción e impunidad son dos palabras que describen este sucio momento de la política. La trama de los ítems fantasma explotó en el municipio de Santa Cruz de la Sierra, pero rápidamente salpicó a otras instituciones del Estado que trabajan con dinero público, ese que los bolivianos confían en sus autoridades y que ahora se ve que tiene mal manejo en muchas entidades, tanto así que más que hechos aislados parecen un mecanismo aplicado por burócratas con maestría en la materia.
La trama es solo el principio y saltó en Santa Cruz, pero pudo haber saltado en otras regiones, porque la corrupción sí está institucionalizada en el país, a diferencia de tantas entidades que deberían tener un manejo responsable, precisamente para controlar a los poderosos.
Detrás del manejo de la cosa pública hay un esquema de corrupción. En el caso de Santa Cruz de la Sierra se usaron los ítems como moneda de cambio, ya no se sabe si son 800 o son miles los que se intercambiaban en los pactos políticos a cambio de favores, de respaldos o de silencio y no fiscalización.
Pero también hay denuncias de extorsión a comerciantes y de “trabajo” con algunos locales nocturnos, entre otros hechos irregulares. Solo así se podría explicar, por ejemplo, que, pese a las restricciones sanitarias, hay bares que no respetan el aforo ni los horarios de funcionamiento.
El tema surgió de una pelea familiar, un escándalo particular que terminó desnudando la trama corrupta más grande de la historia de Santa Cruz. Tuvo que ser así, porque nadie investiga: el Concejo estaba silenciado (uno de los acusados dijo que el expresidente, en la gestión de Angélica Sosa, recibió un vehículo de regalo; de otros concejales se sabe que buscaban al exjefe de recursos humanos para darle listas y buscar pegas, en fin; el comité de vigilancia no vigilaba nada, sus miembros son señalados de recibir sueldo sin trabajar; la Contraloría no existe, salvo para ejercer presión política funcional al MAS.
En las indagaciones saltaron los acuerdos políticos a base de pegas debido a que no hay institucionalización de los cargos, porque las designaciones no tienen que ver con méritos profesionales o técnicos sino con servilismo político.
¿Quién puede tirar la primera piedra? Jhonny Fernández ha sido mencionado por la misma exalcaldesa Angélica Sosa, quien reveló que el actual alcalde tenía un acuerdo político con Percy Fernández a cambio de pegas. Los concejales del MAS de la pasada gestión no fiscalizaron, al contrario, avalaron y apoyaron. ¿Lo hicieron a cambio de nada? ¿Y el apoyo de Angélica Sosa y Percy Fernández a Evo Morales fue gratuito y por convicción? Hacen falta muchas explicaciones. También se ha mencionado a diputados de Creemos, que supuestamente recibieron ítems para contratar gente que haga campaña a su favor. Ya no alcanza con un desmentido, ahora todo está bajo sospecha, porque la clase política está bajo una sombra de dudas, mientras la que define su suerte es una justicia manchada y manoseada.
Mientras el poder partidario se beneficiaba en las sombras con millones de bolivianos, había gente muriendo por falta de medicamentos, de atención de suficientes médicos y enfermeras; personal de salud usando trajes de bioseguridad de papel, dizqué porque no había dinero para dotarles de verdadera ropa de trabajo que los proteja del covid. ¿Cuántos murieron? El pueblo fue asumido como un tonto útil: solo para dar el voto, porque después no importaron sus intereses.
Este debe ser un punto de inflexión. Se necesita una revolución de la conducta y es urgente que haya un alto a tanta impunidad. Nadie parece salvarse. El escándalo comenzó en el municipio de Santa Cruz de la Sierra, pero su alcance es insospechado y ya llega entidades que dependen del Gobierno nacional y departamental. Nadie puede tirar la primera piedra.
https://eldeber.com.bo/opinion/corrupcion-e-impunidad_261289
Bolivian Thoughts 