«Raza» y clase – “Race” and class

A few days ago, a lady in a blue scarf came up to blurt me out with an ideological stench that had betrayed my race by not supporting evismo. WTH! Why does this lady trigger her fanaticism at me if I don’t believe in races?, I said to myself and kept walking. Humm! I know. Now I understand why from false accounts managed by devotees of the masismo they write similar diatribes to me on social networks: you are a declassed, “pitita coup.”

Very few times, from the masismo there are answers with arguments, the replies are almost always slogans, insults and disqualifications. My mind scan identifies seriously ideologized people, a mix of Nazism, Fascism, and Stalinism (Communism).

The Nazis believed in the supremacy of the Aryan and dreamed of building a kingdom of one race; a nation with only one type of features, skin color and soul.

For years and from one faction, the discourse that points to the indigenous “race” (particularly, Aymara) has circulated in the country as the one chosen to govern for the next 500 years. On the other hand, the “races” condemned to be subjected (if not to ethnic cleansing) without the right to be elected to govern are the k’ara, the mestizo and all those who do not identify with anything of the original indigenous peasant concept.

Doubts? Now vice president David Choquehuanca said it already in March 2016: “One day it has to be like in Africa. “People with our faces have to be in the Government Palace and in (public) institutions, people with our faces” (in Aymara). In Africa all the ministers are black (there is not) a single white.” This time he was chancellor.

The fanatic believes that being indigenous determines his thoughts, actions, and submission to his lifetime jilliri irpiri [leading brother]. In other words, the indigenous, just because they are indigenous, are obliged to worship even an indigenous tyrant who will lead them to achieve the dream of a one-race society. And what happens with the muyu (rotation) in the public office positions?

Fascism superimposed the state above individual freedom; established as the end of its “revolution” the return of the past (Roman Empire); wove corporatism as the basis of its power; and applied as a method: violence.

The ideologized believe that anyone who does not agree with the Plurinational State is an “enemy of the people” and has as its goal the return of the pre-Columbian past when, in his belief, the indigenous people lived in a paradise (falsehood denied by the history). Meanwhile, the corporatist assumes as true that the interests of his social group are the interests of society.

Anyone who expresses dissent or tells the truth can suffer the burning of his house, a beating, insults or jail. Look:

• Three commanders of the armed forces were jailed for telling the truth: there was no coup;

• The masista group “Wila lluchu’s” threatened to burn down the house of the president of the Permanent Assembly of Human Rights of Bolivia, Amparo Carvajal.

• A group of colonizers tried to violently interrupt the 11th indigenous march that goes from Trinidad to Santa Cruz with a desperate cry: please let us survive in the Plurinational State!

• The Minister of Government, Eduardo del Castillo, used past images to blame coca producers from the Yungas for the death of a police officer; in simple words: he tries to set up an act to imprison innocents.

Did you hear or read any condemnation by President Arce or Vice President Choquehuanca of these practices of fascist violence? Me, none. Violent is not only the one who commits actions, but also the authority that encourages or accepts it with his silence.

Communism seduced the workers with the dictatorship of a social class: the proletariat (who never came), to build a classless society. Stalinism spread the stereotype that everyone who thinks (different, be it Trotkyist, liberal or principled Bolshevik) was a fascist. This “typification” is repeated so far.

The fanatic is convinced that his mission is to reach into the pockets of the rich (the class destined to disappear), get their money and give it to the poor (the class destined to rule, but not to be rich for fear of being pocketed). He seeks to make believe that a poor man is obliged to sustain the luxurious life of his lifetime leader because he, in the past, was poor and is now ex-poor (he does not like to admit that he is upper middle class or rich).

The insults of that lady and the false accounts reach me like hail on a raincoat to go down, later, to the sewer. I am Quechua (culture), not indigenous (understood as race), and I believe in democracy with liberal values. I like to compete with people from other cultures without advantages; and I think that the difference between people is not “race” or class, but values.

Andrés Gómez Vela is a journalist.

Hace unos días, una señora de chalina azul se acercó a espetarme con tufo ideologizado que había traicionado a mi raza por no haber apoyado al evismo. ¡Wua! ¿Por qué esta señora me dispara su fanatismo si yo no creo en razas?, me dije y seguí caminando. ¡Umm! Ya sé. Ahora entiendo por qué desde cuentas falsas administradas por devotos del masismo me escriben diatribas parecidas en redes sociales: eres un desclasado, “pitita golpista”.

Poquísimas veces, desde el masismo hay respuestas con argumentos, las réplicas son casi siempre consignas, insultos y descalificaciones. Mi escáner mental identifica personas gravemente ideologizadas, una mezcla de nazismo, fascismo y stalinismo (comunismo).

Los nazis creían en la supremacía del ario y soñaban con construir un reino de una sola raza; una nación con un solo tipo de facciones, color de piel y alma.

Desde hace años y desde una facción, circula en el país el discurso que señala a la “raza” indígena (particularmente, aymara) como la elegida a gobernar por los próximos 500 años. En cambio, las “razas” condenadas a ser sometidas (sino a la limpieza étnica) sin derecho a ser elegidas para gobernar son el k’ara, el mestizo y todos aquellos que no se identifican con nada del concepto originario indígena campesino.

¿Dudas? Lo dijo el ahora vicepresidente David Choquehuanca ya en marzo de 2016:  “Un día tiene que ser como en África. ‘Personas con nuestros rostros tienen que estar en Palacio de Gobierno y en las instituciones (públicas), gente con nuestro rostro’ (en aymara). En el África todos los ministros son negros (no hay) un solo blanco”. Esa vez era canciller.

El fanático cree que el ser indígena determina el pensamiento, las acciones y el sometimiento a su jilliri irpiri [hermano conductor] vitalicio. Dicho de otro modo, los indígenas, sólo por ser indígenas, están obligados a venerar incluso a un tirano indígena que los llevará a alcanzar el sueño de una sociedad de una sola raza. ¿Y el muyu (rotación) en los cargos en qué queda?

El fascismo sobrepuso al Estado por encima de la libertad individual; estableció como el fin de su “revolución” el retorno del pasado (imperio romano); tejió como la base de su poder el corporativismo; y aplicó como método: la violencia.

El ideologizado cree que todo aquel que no está de acuerdo con el Estado Plurinacional es un “enemigo del pueblo” y tiene como fin el retorno del pasado precolombino cuando, en su creencia, los indígenas vivían en un paraíso (falsedad desmentida por la historia). En tanto, el corporativista asume como verdad que los intereses de su grupo social son los intereses de la sociedad.Todo aquel que exprese disenso o diga la verdad puede sufrir la quema de su casa, una golpiza, insultos o la cárcel. Mirá:

• Tres comandantes de las FFAA fueron encarcelados por decir la verdad: no hubo golpe;

• El grupo masista “Wila lluchu’s” amenazó con quemar la casa de la presidenta de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia, Amparo Carvajal.

• Un grupo de colonizadores intentó interrumpir con violencia la XI marcha indígena que va de Trinidad a Santa Cruz con un grito desesperado: ¡déjenos por favor sobrevivir en el Estado Plurinacional!

• El ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, usó imágenes pasadas para inculpar de la muerte de un policía a productores de coca de los Yungas; en palabras simples: intenta montar un hecho para encarcelar a inocentes.

¿Escuchaste o leíste alguna condena del presidente Arce o vicepresidente Choquehuanca a estas prácticas de violencia fascista? Yo, ninguna. Violento no sólo es aquel que comete acciones, sino aquella autoridad que la fomenta o acepta con su silencio.

El comunismo sedujo a los obreros con la dictadura de una clase social: el proletario (que nunca llegó), para construir una sociedad sin clases. El stalinismo desparramó el estereotipo de que todo aquel que piensa (diferente, sea trotkista, liberal o bolchevique principista) era un facho. Esta “tipificación” se repite hasta ahora.

El fanático está convencido que su misión es meter la mano a los bolsillos de los ricos (la clase destinada a desaparecer), sacar su dinero y dárselos a los pobres (la clase destinada a gobernar, pero no a ser rica por miedo a ser bolsiqueada). Busca hacer creer que un pobre está obligado a sostener la lujosa vida de su dirigente vitalicio porque éste, en el pasado, fue pobre y ahora es expobre (no le gusta admitir que es clase media alta o rica).

Los insultos de aquella señora y de las falsas cuentas me llegan como el granizo sobre un impermeable para bajar, luego, a la alcantarilla. Yo soy quechua (cultura), no indígena (entendido como raza), y creo en la democracia con valores liberales. Me gusta competir con gente de otras culturas sin ventajas; y pienso que la diferencia entre las personas no es la “raza” ni la clase, sino los valores.

Andrés Gómez Vela es periodista.